El pan podría ser uno de los primeros alimentos elaborados por el hombre. Es un alimento que se cocina mediante un proceso sencillo: se hace una masa, compuesta fundamentalmente con agua y harina de cereal, que se cuece al horno.

Sin llegar a entrar en matizaciones sobre los tipos de pan o harinas, este artículo quiere incidir exclusivamente en tres apuntes que argumenten y apoyen la elección de un pan de calidad como estrategia de marketing, ya que está comprobado que cuidar de este producto tiene gran repercusión y efectividad comercial.

No hay duda de que mucho antes de que la globalización estuviera entre nosotros, el pan era y es un alimento indispensable y reconocido, tanto a nivel nacional como internacionalmente.

Su consumo y popularidad ha ido variando con el paso de los años, las modas y las tendencias pero, sin duda, sigue siendo muy valorado y apreciado cuando su olor y sabor nos recuerdan a ese pan, a esas panaderías, a esas tahonas que conocimos en nuestros primeros años de vida. 

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Antecedentes

La historia ha cambiado y mucho. De mostradores con blancos mármoles impolutos, atendidos por profesionales con mandiles y manguitos, también de un blanco nieve, a encontrar este alimento unido a nuestro ADN en cualquier mostrador de supermercado o gasolinera con empleados con vestimenta casual y gorras de béisbol. 

El olor a pan y bollería se ha mitigado y enrarecido, mezclándose con otros tipos de matices.

Pero cuando nuestros instintos reconocen ese característico olor, que en la actualidad es tan poco común, la alerta y el deseo aparecen anunciándonos que su consumo generará bienestar, y ese pan y  olor, envuelve y ayuda a engrandecer cualquier otro alimento.

Ese sería el principal motivo por el que cualquier empresa de hostelería o turismo que ofrezca pan, debería entender que la calidad del mismo estará muy vinculada al éxito, la aceptación, el placer, la valoración y el agradecimiento del cliente.

Como antecedentes e historia del pan no debemos dejar de recordar que ha contribuido como ingrediente a la creación de platos de gran tradición y reconocimiento. Algunos ejemplos relevantes pudieran ser las migas manchegas, sopas castellanas o de ajo, dulces como las torrijas e incluso es responsable de presentaciones culinarias como los bocadillos,  los canapés, o las tostas.

Actualidad

Pero, ¿qué es lo que ha provocado que ahora el pan, un producto básico y sencillo, se considere un producto tan atractivo especial y poco usual? ¿Cuál es el motivo?

Pues los nuevos métodos de producción industrializada son los que han logrado abaratar tiempos, costes y evitar pérdidas económicas, pero afectando y mucho en la calidad, en las percepciones de sabor, olor, táctiles, visuales (al ver que la mayoría de los panes están con falta de cocción) e incluso las auditivas. 

Ha ocurrido: La industrialización ha trasformado el pan en comida basura y el público lo está rechazando, desea volver a encontrar la satisfacción de sentir deleite con un pan como el de antaño, de calidad.

Conclusiones y argumentos

  • No es coherente compaginar dentro de los productos hosteleros una oferta atractiva y sugerente con pan de baja o nula calidad.
  • La calidad del pan no incide en el coste o inversión empresarial. Por lo general, el cliente de las empresas hosteleras o turísticas acepta y prefiere mucho mejor el coste de un pan bueno que el de uno mediocre o malo, ya que no le puede poner "peros".
  • La tendencia general, refiriéndonos a que los clientes están prefiriendo y eligiendo aquellos alimentos que cuida y mejoran la salud, menospreciándose cada vez más los productos y dietas basura. En definitiva, hay una tendencia hacia los productos más artesanales, naturales y sanos.
  • El pan (bollería o pastelería) artesanal es un elemento diferenciador, es un valor añadido que nos adelanta y mejora posición respecto a nuestra competencia. Un ejemplo podría ser perfectamente la ciudad de París, donde  es difícil encontrar un pan malo y donde la mayoría de nativos o turistas reconocen deleitarse con un buen pan.
  • Y respecto a la incidencia de consumos de electricidad, al optar por un abastecimiento de un pan elaborado de calidad evitamos consumos de hornos, congeladores o cámaras de fermentación para mantener y realizar nosotros mismos ese pan, ahorrando en el consumo de electricidad y algo también importante, el espacio que ocuparían esas maquinarias y el propio stock de esos productos prefabricados para su elaboración. 

Las empresas, dada la visión de los clientes, lo van teniendo claro: Es cuestión de tiempo y perspectiva pero "cuando un pan es de calidad el reconocimiento está servido". La coherencia no tiene discusión y el cliente desea otra cosa, prefiere calidad que precio, y eso es lo que da auge y resultados a la estrategia de marketing de ofrecer pan de calidad y dejar de lado el pan precocinado, congelado, pan "de chino" o gasolinera, pan barato, en definitiva, el pan malo.