La crisis sanitaria a causa del Covid-19 ha causado un importante descenso en los viajes de cruceros, sin embargo, no ha hecho mella en el mercado de los megayates, que atrae a un sector de la población más privilegiado y asociado al turismo de lujo.

Pese a la pandemia, en 2020 se construyeron 10 barcos de más de 75 metros de eslora —dos de ellos incluso por encima de los 100 m—. Esto supone que en la actualidad se contabilizan 170 megayates con una longitud de más de 75, de los cuales 55 exceden los 100 metros.

“El crecimiento de este sector evidencia que la riqueza de algunos es enorme: quieren un gran yate y lo encargan a la carta”, indicó a La Vanguardia Judith Estrella, copropietaria de Charter & Dreams, empresa especializada en el alquiler y la gestión de yates de diferentes propietarios tanto en Barcelona como en Baleares.  



 

Asimismo, la copropietaria del grupo ha destacado “el boom” que existe ahora con los chárter o alquileres semanales. Bajo esta modalidad destaca el Flying Fox, “el yate más grande del mercado de alquiler” con una longitud de 136 metros y capacidad para 25 huéspedes y 55 tripulantes. Para disfrutar de él, los clientes deben abonar 3,5 millones de euros semanales.

El auge de estas grandes embarcaciones ha llevado a los puertos deportivos a adaptar sus instalaciones, ejemplos de ello son Marina Port Vell en Barcelona, Puerto Calero en Lanzarote, Puerto Banús en Marbella (Málaga) o Port Adriano en Mallorca, indicó al citado diario el gerente de Marina Ibiza y Marina Port Ibiza, Daniel Marí, quien recalcó que quizás Ibiza ha sido uno de los lugares donde más ha crecido la oferta: “Hemos evolucionado a medida que el cliente también lo hacía y eso ha sido la clave para que las grandes esloras vinieran a amarrar a nuestras instalaciones”.