Para conseguir un buen perfume se necesita, además de olfato, un clima idóneo para cultivar flores. En Grasse, una localidad en el sur de Francia, lo saben muy bien.

Ubicada en la región de Provenza, el pueblo se alza sobre una colina a 750 metros de altitud. El título de centro mundial del perfume lo ganó por ubicación geográfica y por historia económica.

Un microclima de noches frescas y días cálidos favorece las plantaciones de flores, por un lado y, por el otro una fama que comenzó con el comercio de pieles y luego enfiló hacia la cosmética, gracias a unos guantes de cuero perfumados que triunfaron entre la nobleza europea del siglo XVII.

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Hoy en día, Grasse cuenta con 25 fábricas que exportan el 60% de su producción y, según datos aportados por la oficina de Turismo de la ciudad, cada año la visitan alrededor de 2 millones de personas.

Un dato curioso sobre esta localidad francesa es el siguiente: de las 200 narices catadoras de olores que hay en el mundo, 40 están aquí. Estos olfatos pueden reconocer miles de aromas e imaginar el resultado de sus combinaciones.

Cada perfumería tiene su museo, sus tiendas y todas ofrecen paseos guiados por sus fábricas. Una vez allí, el viajero aprende cómo se extrae la esencia de las flores y todo el proceso hasta el producto aromático final.

Las construcciones de Grasse mezclan la arquitectura provenzal y la genovesa. Además del encanto de sus casas, lo que más llama la atención es el Museo Internacional del Perfume: la muestra se inauguró en 1989 y recorre 4000 años de historia. Allí se pueden apreciar frascos egipcios, romanos y griegos, colecciones de las primeras etiquetas de fragancias famosas, entre otros detalles del oficio.

Museo Internacional del Perfume. Foto de Ajedrea Cosmética

Museo Intenacional del Perfume en Grasse. Foto de Ajedrea Cosmética

Grasse es un festín de aromas, incluidos los que proceden de su gastronomía. Muchos visitantes, atraídos por la mezcla de olores, se apuntan a los cursos para aprender los secretos de la elaboración de perfumes. Limón, lavanda, bambú, jegibre, mango, naranja, cardamomo y un sinfín de sustancias más se irán entremezclando para obtener la fragancia perfecta.

A 18 kilómetros de Cannes y a poco más de 30 del aeropuerto de Niza, el centro mundial del perfume es una propuesta turística diferente. Para los olfatos más exigentes o simplemente para los que buscan la tranquilidad y el encanto de una ciudad medieval.