'Four more years' no era solo el grito de los seguidores de Donald Trump que esperaban que gobernara cuatro años más para rematar los disparates puestos en marcha, sino que también era y sigue siendo la respuesta de los líderes del sector turístico a la pregunta de cuánto se tardará en volver a la situación previa a la pandemia, por supuesto, con pequeñas variaciones en función de cada uno de los sectores y de la rapidez en la vacunación de la población.

Pero, por supuesto, la situación previa ya no es lo que era y la aceleración de las dos principales tendencias, ya en marcha con anterioridad a esta crisis —digitalización y sostenibilidad—, crearán una “nueva realidad" bien distinta a la vieja.

La gente viaja para disfrutar o para negociar, por ocio o “nec otium“, de vacaciones o de trabajo para visitar a posibles socios profesionales y hacer negocios. Las vacaciones son un gasto, los viajes de negocios son considerados por las empresas como una inversión que, según el reciente informe del banco de inversiones Arcano generan 12,50  por cada euro invertido.

El consenso de los líderes del sector y la historia nos indican que el turismo tradicional se recuperará antes que los viajes de negocios, con importantes consecuencias sobre todos los subsectores de esa amalgama de actividades que denominamos Turismo.

Nos recuerda el informe de Arcano, dirigido por su economista Jefe Ignacio de la Torre, como la explosión del volcán Tembora (Indonesia) en 1813 provocó lluvias inesperadas en Bélgica, que tuvieron como consecuencia la derrota en Waterloo de Napoleón; y que, en el resto de Europa, el enfriamiento y la menor producción de alimentos causó el sacrifico de miles de caballos, al no poder mantenerlos o para alimentar a los humanos, y en consecuencia el invento de la bicicleta que transformó el transporte en las ciudades.

Es posible que algo también inesperado ocurra como consecuencia de la pandemia. Todos los subsectores van a sufrir, pero el nivel de dolor será distinto:

En el mundo del alojamiento, los hoteles de ciudad con clientela de negocios serán los últimos en recuperarse, al igual que los pisos turísticos. Los hoteles de destinos turísticos verán una recuperación más rápida a partir de la vacunación. Lo mismo ocurrirá con los hoteles rurales y similares, como los Paradores y, especialmente las casas de alquiler en esos lugares. La mayor digitalización favorecerá el aumento de reservas en sus propios sistemas. Las plataformas de reservas seguirán las mismas pautas, aunque ya están plenamente digitalizadas.
 

Turistas en recuperación

Turistas

En el mundo del transporte aéreo las compañías antes llamadas de bandera sufrirán más que las de bajo coste, por su dependencia de los viajes de negocios y los ingresos en las rutas de largo radio, ambos en decadencia. Estas compañías obtienen en general un 60% del margen con la venta del business, solo 10% de los billetes. En anteriores crisis tardaron cinco años en recuperarse. Después el desastre del 2020, está previsto que la capacidad aérea mundial en el 2021 sea un 60% respecto a la del 2019. Las ayudas estatales impedirán muchas quiebras, pero no acelerarán la recuperación. Los dos grandes fabricantes de aviones dan por hecho que la tardanza será de cinco años y aún más en el caso de los grandes aparatos, diseñados para unos sistemas de distribución de tráfico que han quedado anticuados.

La mayor venta de automóviles —en contra de la tendencia general a la sostenibilidad— favorecerá el turismo de proximidad, pero tendrá consecuencias negativas en las empresas de transporte por carretera y ferrocarril.

Uno de los sectores más afectados será el denominado HORECA (hostelería restauración y cafeterías), que es el que mayor empleo genera (1,6 millones de empleados) y está plagado de miniempresas sin capacidad de recuperación. Los más innovadores y osados aprovechan ya la mayor digitalización para un mejor servicio a domicilio o de recogida en el establecimiento, pero la mayoría son microempresas sin capacidad de innovación y decenas de miles no volverán a abrir.

Los cruceros han reducido su oferta por el desguace del 15% de la flota más antigua, y encarecerán el producto para una clientela de edad que exigirá mayores garantías sanitarias.

La mezcla de aceleración de la digitalización y de la disminución de ventas de los productos más rentables, como viajes a destinos lejanos y servicio a las empresas auguran un negro porvenir para las agencias de viajes.

Los parques de atracciones dependerán de la clientela de proximidad, que gasta menos en hoteles y productos complementarios.

Este panorama tan oscuro a lo mejor no se corresponde con la nueva realidad a partir de 2025. Como nos recuerda Arcano al final de su estudio, tras la pandemia de 1919, con una tasa de mortalidad 300 veces superior a la actual, también se hicieron pronósticos siniestros, pero luego vinieron los “Felices 20“.

 

*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).