El diario alemán Süeddeutsche Zeitung ha acusado de fraude masivo la venta de jamón ibérico español en un artículo titulado ‘Obscenidad con el ibérico’. 

El periodista alemán Thomas Urban, acusa a España de vender como ibéricos productos que no lo son provenientes de cerdos que se alimentan con más pienso que bellotas y que no tienen la calidad que se espera. 

Según el artículo, el 90% de lo que se compra como ‘ibérico’ proviene de un cruce de hembras de raza ibérica y sementales de la raza norteamericana ‘duroc’. Este cruce existe desde los años 60 en España y desde 2001 la normativa permite catalogarlo como ‘ibérico. El consumidor no tiene forma de saberlo. 

Según la prensa alemana, la ventaja de esta acción es "conseguir un mayor número de animales por parto, los cochinos alcanzan su peso idóneo para el sacrificio en menos tiempo, las piezas de los ejemplares cruzados pierden entre un 15% y un 20% menos de masa cárnica durante su proceso de curación y además necesitan menos meses para su óptima maduración”.

 Tampoco se sabe que “casi el 80% del jamón que se vende ‘de cebo ibérico’ proviene de animales cruzados y engordados en granjas industriales de pienso, ricas en grasas y antibióticos. Sin embargo, esto también es legal y está controlado normativamente, aunque según denuncian, perjudica la raza y la marca ‘ibérica’. 

Los alemanes también señalan irregularidades en la alimentación de los cerdos: “Con la cantidad de bellotas acumuladas en las dehesas españolas solo se podría alimentar a la mitad de los animales documentados por las entidades de inspección” y denuncian que la ascendencia de 431.000 ‘cerdas ibéricas’ reproductoras no está acreditada. A pesar de que en los 80 se creó el Libro Genealógico de la Raza Porcina Ibérica, años después se permitió recoger a hembras de origen genético incierto. "Se calcula que cuatro quintas partes de las hembras calificadas como de raza pura (4 de cada 5) pasan al Libro Genealógico a través de la sección auxiliar y además se cree que no son genéticamente puras". 

La credibilidad de uno de los pilares de la gastronomía española está en peligro bajo el dedo acusador de un importante mercado emisor como es Alemania.