El Ayuntamiento de Barcelona anunció recientemente que estaba en negociaciones para que, tras el cese de la concesión a las discotecas Shoko, Pachá, Opium y Carpe Diem de la Vila Olímpica, prevista para el 21 de junio, los locales cerraran y el espacio fuera destinado a la ampliación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Lo cierto, es que la gestión de la zona marítima donde se encuentran estos establecimientos, corre a cargo del Estado, con el que el Consistorio está conversando para determinar el futuro de las discotecas. Si bien, ha sido el propio Estado el que ha querido aclarar que aún “no hay nada cerrado” y que las negociaciones “siguen abiertas”.

Según ha informado Crónica Global, en este punto ha entrado en acción el hotel Arts, dirigido por Brunella Zinato bajo la enseña de Ritz-Carlton, que también busca el cierre de las discotecas, en miras de otro proyecto. Y es que, sus propietarios acogerían estos locales para “hacer una continuidad entre el rascacielos (del hotel) y la playa del Somorrostro, cuyo extremo norte consideraría como semipropia”, tal y como indican fuentes del sector inmobiliario de la capital catalana.

En este sentido, han agregado que existe un precedente a esta situación, se trata del W Barcelona u hotel vela, que "tiene una playa a sus pies (parte de la Barceloneta) y ello le da un valor añadido”. Desde el hotel Arts, sin embargo, no han querido hacer declaraciones al respecto.

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Vistas desde la torre del hotel Arts | Foto: hotelartsbarcelona.com

Dichas fuentes, a su vez, han manifestado que el “paso más evidente (por parte del Estado) es, o renovar las concesiones de los clubes nocturnos o sacar los locales a subasta. En este escenario el Arts no tendría rival, pues nadie tiene su músculo financiero”. Por otro lado, apuntan que esta operación quiere ser abortada por los operadores de las discotecas.

Los dueños del hotel Arts adquirieron la torre donde se ubica en 2006, por 417 millones de euros, la operación más costosa realizada en España, hasta la fecha. El rascacielos, de 44 plantas, cuenta con 455 habitaciones y 30 apartamentos.

En la operación de compra intervino un pool de tres empresas: el fideicomiso de inversión inmobiliaria Host Hotels & Resorts; ABP Investments, de matriz holandesa; y el fondo Government of Singapore Investment Corporation (GIC), que tiene posiciones en otros alojamientos españoles como el WestIn de Madrid.