El próximo 27 de septiembre, todas las miradas del sector turístico europeo estarán puestas en Thomas Cook  y, más concretamente, en la reunión en la que los bonistas decidirán si aprueban o no el plan de rescate y la reestructuración por la que Fosun Tourism Group y sus bancos acreedores inyectarán 990 millones de euros.

Esto es fundamental para garantizar la operativa durante el próximo invierno, la época del año que se caracteriza por una menor liquidez para los touroperadores. Es decir, de dicho encuentro depende su futuro.

Por el momento, la situación ha llevado a Thomas Cook Group a solicitar en Estados Unidos una protección judicial por bancarrota, según informa Financial Times. Bajo el amparo del Capítulo 15 de la Ley de Quiebras de EE.UU. la compañía está protegida de las demandas de acreedores mientras se reorganiza.

Previendo lo peor

La compañía del corazón amarillo no lo tiene fácil: necesita el apoyo del 75% de los tenedores de bonos con el fin de aprobar el plan de rescate y algunos de los fondos que poseen deuda de Thomas Cook están en contra de la recapitalización puesto que los intereses de los accionistas se diluirían.

En su afán por convencer a los bonistas, la compañía con sede en Frankfurt ha logrado posponer la votación crítica del 18 de septiembre al 27 de este mes, fecha en la que, curiosamente, se celebra el Día Mundial del Turismo. Una vez se tome una decisión, es necesaria la aprobación de los tribunales, que previsiblemente se realizaría el 30 de septiembre.

Previniendo lo peor, desde Thomas Cook han avisado a la Autoridad de Aviación Civil británica (CAA) para que esté alerta para repatriar a viajeros, y es que en caso de que el acuerdo fracase, la compañía se declarará en quiebra.