Este verano, las miradas del mundo estarán fijadas en París (Francia) pues acogerá entre el 26 de julio y el 15 de septiembre los Juegos Olímpicos y Paralímpicos. No solo millones de telespectadores seguirán la competición, sino que la capital gala espera millones de visitantes y, para evitar una difusión de una imagen negativa, están escondiendo a sintecho y a okupas.

Según denuncia el colectivo Le revers de la médaille (el reverso de la medalla), el ayuntamiento parisino y el gobierno del país están llevando a cabo una "limpieza social" en Ile-de-France y Sena-Saint-Denis. Mediante redadas policiales se está expulsando a las personas sin recursos, la mayoría migrantes de zonas como el margen del río Sena, donde se celebrará justamente la ceremonia inaugural, informa Le Monde.

Los desalojados son trasladados a “zonas temporales de recepción regional” en Estrasburgo u Orleans, mientras que los campamentos en torno al Sena son vallados para impedir nuevos asentamientos.

Desde Le revers de la médaille han publicado una carta abierta en la que ruegan a todos los implicados en la competición olímpica —Comité Organizador, autoridades públicas, patrocinadores y colaboradores— que eviten “dejar la exclusión como legado” de estos Juegos Olímpicos.

París rompe la banca

"Las fronteras se abrirán para los turistas, pero permanecerán cerradas para los que huyen de las guerras y las situaciones miserables", critica Antoine De Clerck, portavoz de la citada organización.

Río de Janeiro (Brasil) recibió a 500.000 visitantes extranjeros durante la competición en 2016, mientras que Tokio (Japón) tenía previsto recibir a 600.000 turistas, pero finalmente se celebraron con escaso o nulo público. Las previsiones de París rompen la banca, pues estiman recibir a 1,5 millones de turistas extranjeros del 1 de julio al 15 de septiembre, la mayoría procedentes de Reino Unido, Alemania y Estados Unidos; la cifra se eleva a los 11,3 millones si se suman los visitantes procedentes de otras regiones de Francia.