Los vecinos del ‘Mikonos español’ continúan en pie de guerra contra el turismo de masas. Se trata de Binibeca Vell, una urbanización privada de unos 8.000 metros cuadrados que trata de simular un pueblecito de pescadores, con estrechos pasillos y puertas y ventanas de una madera que contrasta con el blanco impoluto de las paredes. Se encuentra en el municipio de Sant Lluís, en el sureste de Menorca, la última de las Baleares que se resiste un poco a la masificación turística.

A pesar de ello, 800.000 turistas pasean por las calles de esta urbanización cada año, se sacan selfies en sus miradores y divisan el que es considerado uno de los mejores atardeceres. Lo cierto es que el reclamo del ‘Mikonos español’, apodo elegido por los propios turistas y los touroperadores, no ayuda a disipar estas visitas.
 

 

Oscar Monge, presidente de la Comunidad de Propietarios de Binibeca Vell, explica a elDiario.es que desde años exigen más medidas al Consell de Menorca para frenar el turismo masivo. Y es que la actividad de algunos turistas incívicos, según Monge, choca de lleno con los intereses de los vecinos, que buscan descanso y paz. “Entraban dentro de las casas, se sentaban en las sillas, se llevaban cosas, pisaban las paredes, hacían botellón… bueno hubo de todo y si esto no se regula vuelve a suceder cada verano”, cuenta una vecina. Por ello, el pasado mes de marzo los habitantes de la urbanización retomaron las protestas.

“Los turistas no son el problema, es la falta de regulación y de respeto a los acuerdos firmados con el Consell”, ha aclarado Monge. Y es que el año pasado, se firmó un convenio con la entidad insular que limitaba los horarios de visitas y comprometía a la Administración a aportar 15.000 euros anuales para limpieza y mantenimiento. Sin embargo, a día de hoy nadie vigila que se cumplan estas ni otras normas.