Las vacaciones son sinónimo de relax, un concepto muy amplio y que para muchos puede incluir aspectos como una vida sexual activa y satisfactoria. Es por ello que unas malas condiciones para la práctica amatoria pueden arruinar el viaje a más de uno. O al menos este fue el caso de un turista alemán que demandó a su touroperador por no haber disfrutado del sexo en sus vacaciones en Menorca.

Según relata Sueddeutsche Zeitung, el cliente se lamentaba de que durante sus dos semanas en un hotel de la isla española no pudo disfrutar de una “experiencia de amor” insatisfactoria por culpa de dos camas individuales y un suelo especialmente resbaladizo que provocaban que “se separan por la mitad con cada pequeño movimiento”. 

Pese a que el pasajero esgrimió que la experiencia tanto suya como de su pareja se vio perjudicada, el tribunal del distrito de Mönchengladbach desestimó la demanda, aseverando que la insatisfacción fue fruto de la falta de imaginación.

“Era consciente de varias posturas bien conocidas y comunes en la ejecución de las relaciones sexuales que se pueden practicar en una cama individual y de manera bastante satisfactoria para todos los interesados", dictaba referencia la sentencia que también destacaba que el marco de las camas parecía lo suficientemente resistente.