El caballero británico Phileas Fogg apostó que daría la vuelta al mundo en sólo 80 días, usando el ferrocarril y el barco. Álvaro Neil es austuriano y es un personaje de la vida real que, después de 13 años recorriendo el planeta en bici, ha decidido hacer un alto en el camino.

Tal vez a Julio Verne le hubiese gustado escribir la historia de este español, también conocido como ‘biciclown’. “Decidí volver porque se me acabó el mundo”, ha dicho Neil antes de colgar las alforjas, después de recorrer unos 200.000 kilómetros y de visitar 115 países.

Rompió cuatro bicicletas y seis cuadros mientra iba conquistando  las sonrisas de miles de niños, con su show de mimo-payaso. Seguramente, muchos pensaron que aquello era una locura; sin embrago, él contra viento y marea cumplió su sueño. Además, de su experiencia sacó una conclusión lapidaria: “el ser humano es mucho mejor de lo que sale en los medios de comunicación”.

El payaso que también era ciclista, siguió su intuición y decidió no llevar una vida normal. Refiriéndose a lo que le decía su particular ‘pepe grillo’ cuando lo aconsejaba que se pusiera a trabajar y cotizara, ha confesado que “menos mal que no le hice caso. Ahora la conciencia me mira un tanto sonrojada, como diciendo: ‘me has pillado, intenté convencerte, pero me has pillado”.

Neil no tiene planes ni le asusta la soledad. Asegura que “la necesita”. ‘Carpe diem’, diría el gran profesor Keating, de ese clásico del cine titulado: “El club de los poetas muertos”. Vivir el presente, el ahora, porque “la vida te dice siempre qué tienes que hacer”, agrega el asturiano.

“La vida es un regalo que vale la pena abrir. No hay que guardarlo para cuando te jubilas; hay que tirarse a la piscina ya. Pero no echaré raíces, eso es seguro; me cuesta dormir siempre bajo el mismo cielo”, asegura un viajero muy peculiar que escuchó la voz del alma y hizo exactamente lo que ella le indicó.

Realmente en Oviedo, cuidad donde ha puesto fin a su particular viaje alrededor del mundo, Álvaro Neil no ha llegado a su última meta. El camino es largo y otros sueños esperan ser estrenados. Este hombre que cambió su monótona vida de oficial de notarías en Madrid por las carreteras del mundo, no se quedará quieto porque otras aventuras aguardan y él, seguramente, está dispuesto a vivirlas.