Nos estamos enredando en cuestiones menores relativas a la oferta y nos olvidamos de que el verdadero problema está en la demanda

En la campaña de 1992, el asesor de Clinton, James Carville, colocó en los despachos de la campaña demócrata unos carteles que definían la estrategia:

  1. Cambio contra estabilidad.
  2. La economía, estúpido.
  3. No olvidar el sistema de salud.

Aquí también deberíamos poner un cartel  que señalase dos objetivos: Salvemos el sistema nacional de salud y no olvidemos el turismo que, con todos los defectos que le quieran encontrar algunos, es el único sector en el que tenemos claras ventajas competitivas y el que mayor empleo genera.

Y en los despachos de los dirigentes públicos y privados del turismo bastaría con poner otro  que dijera “¡LA DEMANDA, ESTÚPIDO!”

Y es que nos estamos enredando en cuestiones menores relativas a la oferta y nos olvidamos de que el verdadero problema está en la demanda. Se han escrito páginas y páginas en los medios sobre un asunto coyuntural como la orden del Ministerio de Sanidad imponiendo una cuarentena  — como en Gran Bretaña o Alemania— que va a ser revocada para permitir turismo internacional a partir de julio, y nos olvidamos de los problemas estructurales que está creando la pandemia en la demanda turística de los mercados más importantes para nosotros: Gran Bretaña está cerrada; Alemania, con cuarentena;  Suecia y Noruega, con recomendaciones de no salir este verano; y América y Asia, desconectadas con España.

Los adeptos a una versión simplista de la ley de Say puede que estén convencidos de que si la oferta existe la demanda la cubrirá, pero desgraciadamente ahora no es así. Inevitablemente la demanda será mínima por inseguridad y por menor renta disponible. Solo la apertura de corredores seguros ayudará  a encender el motor en Canarias y Baleares.

El conjunto del sector en toda Europa se enfrenta a problemas que, si no se resuelven, pueden dar al traste con un sistema que lleva décadas funcionando con éxito.

Los clientes reservan sus vacaciones con meses de antelación —sesenta días de media— y avanzan o pagan total o parcialmente un servicio que no van a recibir hasta pasado ese tiempo. Las agencias, touroperadores y compañías aéreas reciben ese dinero  fundamentalmente a finales del invierno, cuando peor anda su tesorería y, a su vez, la agencia paga al touroperador que hace anticipos a los hoteles  y paga los billetes aéreos, o bien el cliente paga a la aerolínea. Esta es la base del sistema.

Touroperadores


Pero la Directiva Europea de Viajes Combinados obliga a touroperadores y agencias que hayan recibido los anticipos a devolverlos en los 14 días siguientes de una cancelación justificada, como es el caso actual. Las compañías aéreas solo disponen de 7 y actualmente cuentan con más de nueve mil millones de euros en depósitos. Si los clientes exigen el pago en metálico el sistema simplemente se hunde.

La propia Comisión Europea en sus recomendaciones del día 24 propone que los touroperadores sean autorizados a ofrecer bonos a los clientes si estos los aceptan, al igual que las compañías de aviación que ya lo están haciendo.

En un magnífico artículo en el Financial Times del pasado 15 de mayo, Izabella Kaminska explica que aún quedan problemas por resolver como la aceptación de esas recomendaciones por parte de los países. Las solicitudes de devolución son por importes superiores  a las nuevas reservas y los proveedores de servicios simplemente no tienen dinero para afrontar el pago, y eso sin contar los gastos de marketing realizados. Los touroperadores se han convertido en instituciones depositarias de efectivo pero sin las exigencias de capitalización que se piden a los bancos. Estos pueden convertir sus activos en liquidez mientras que los de los turoperadores  son los servicios reservados —vuelos y hoteles— con depósitos de los clientes, que si tienen que ser devueltos; forzarán un problema añadido en destinos como los españoles que ya tienen los suyos.

Si los clientes exigen el pago en metálico, las oleadas de quiebras se extenderán por todo el sistema. Se están proponiendo diversas  actuaciones financieras que atenúen el problema que al final necesitarán avales públicos. En España, los bonos de las agencias han sido autorizados por el Ministerio de Consumo. La Ministra Maroto, en la reunión de Ministros de Turismo de la UE, propuso la creación de un fondo de garantía europea para cubrir los bonos.

En España tenemos un  problema de demanda añadido con la reticencia de los viajeros a volar en aviones con alta ocupación, necesaria para la supervivencia de las compañías y aceptada en la directiva de UE.
 

Fritz Joussen, CEO de TUI

Fritz Joussen, CEO de TUI

Resulta que la alta ocupación es la base de este negocio en su actual modelo. Como ha declarado el Consejero Delegado de TUI, el mayor turoperador de mundo, Fritz Joussen, “prefiero operar en la mitad de los destinos al cien por cien de ocupación, que en todos los destinos al cincuenta por ciento”.