En algunos de los medios más influyentes de España, se han publicado artículos señalando la posibilidad de que la Organización Mundial de Turismo (OMT) abandone su sede en Madrid, donde se instaló desde su nacimiento en 1975.

La OMT es un organismo dependiente del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas.  Forman parte 159 estados, de los 193 con los que cuenta Naciones Unidas. Entre los que no participan figuran algunos de los principales emisores de turistas como Estados Unidos, Gran Bretaña, Irlanda, Bélgica y los cinco países nórdicos.

Sus órganos de dirección son: la Asamblea General, que se reúne cada dos años –la próxima reunión, retrasada desde el 2020, tendrá lugar a finales de año en Marrakech–; el Consejo Ejecutivo, del que España es miembro permanente por estar aquí la sede; las Comisiones Regionales; y la secretaria general, que es donde reside el poder. El actual secretario general, el georgiano Zurab Pololikashvili fue elegido para el periodo 2018-2022 con el apoyo de España y espera ser reelegido en la próxima Asamblea.

El Gobierno español, a través de Asuntos Exteriores, paga la aportación anual y los gastos de la sede.

El objetivo de la OMT es la promoción de un turismo responsable, sostenible y accesible.
 

Arabia Saudita compite por ser la sede mundial de la OMT

Arabia Saudí compite por ser la sede mundial de la OMT.

Las relaciones entre el secretario general de OMT y el Gobierno Español –Exteriores y Turismo– siempre han sido complicadas. Actualmente hay un acuerdo para el traslado de las oficinas al Palacio de Congresos de la Castellana –cerrado desde el 2012– cuando esté habilitado. El retraso de dicho traslado se está utilizando como una disculpa para negociar otra sede. El movimiento lo protagoniza Arabia Saudí, que confía en sus bolsillos sin fondo para obtener el apoyo de dos tercios de los miembros necesario para el cambio.

Para algunos expertos turísticos que no simpatizan con el Gobierno, si eso ocurriera, se trataría de “un fracaso diplomático, político y económico sin paliativos, que dañaría gravemente a la imagen de España que, además, perdería la capitalidad mundial del Turismo y su capacidad de influencia en el sector”.

Asumen, erróneamente, que por ser sede de la OMT, un país se convierte en capital mundial del turismo –en realidad lo es Londres, donde están localizados las principales compañías aéreas, los touroperadores y los medios de comunicación turísticos– o que por el mismo motivo tenga capacidad de influencia en el sector, que no la tiene. Ignoran que no afectaría en ningún sentido a la imagen de España, puesto que la opinión pública mundial desconoce lo que es la OMT y dónde está localizada.

Aunque el asunto en sí no sea trascendente, es conveniente que la sede siga en Madrid por motivos políticos internos. Eso es lo que va a ocurrir, pues es más fácil convencer a un tercio de los países para no se vayan que a dos tercios para que lo hagan.


 

Pero, en todo caso, hay que dejar de mirar al Paseo de la Castellana y echar una ojeada a La Meca.

En Arabia Saudí, el príncipe heredero Mohamed Bin Salman supervisa el plan 2030 que pretende pasar de un 1% de aportación del turismo al PIB a un 10%. El plan lo ejecuta el ministro de Turismo, Ahmed Al Khateeb, que ha contratado como asesora especial en jefe (SIC) a la exministra mexicana del ramo, Gloria Guevara.

En mayo ya consiguieron que se instalara allí el Centro Regional de la OMT para Oriente, el primero que se crea.

Está en marcha el proyecto Mar Rojo, en la costa del norte del país, un inmenso desarrollo turístico en el que participan, entre otros, el estudio Foster, que también ha diseñado el vecino aeropuerto. Los primeros huéspedes llegaran a finales del 2022.

Igualmente, desean convertir a Yeda en un hub aéreo internacional, al mismo tiempo que financian la expansión de la aerolínea nacional Saudia.

La guinda sería el traslado a la capital de la sede de la OMT.
 

El régimen saudí pretende convertir a Yeda en un hub aéreo internacional

El régimen saudí pretende convertir a Yeda en un hub aéreo internacional.

La Asamblea General en Marrakech y la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Glasgow coincidirán en el tiempo a finales de año. Frente al clamor universal que exige políticas activas, el traslado de la sede al mayor productor de petróleo del mundo sería percibido negativamente por las opiniones públicas occidentales, en las que los verdes tienen influencia, que se enfrentarían a los Gobiernos que apoyaran ese cambio. Los países europeos con el plan “next generation” en marcha no podrían hacerlo. Otros no lo harían por diferentes motivos, religiosos en el caso de Irán. La situación en Kabul, a solo 2.400 kilómetros de Riad, disuadirá a posibles dudosos.

El régimen saudí es acusado anualmente en los informes de Amnistía Internacional y Human Rights Watch por violación de derechos humanos. Y, por supuesto, su política respecto a las mujeres es denunciada frecuentemente.

Solo podría llegar a contar con el apoyo de pequeños estados que reciben en vez de aportar, pero sus votos no son suficientes. El único apoyo importante del régimen saudí, Estados Unidos, ni siquiera está en la Organización.

En Marrakech no se decidirá el cambio. Es más, ni siquiera se votará el asunto.

Los analistas deberían recordar que, como dicen los psicólogos, la mayor parte de las cosas que nos preocupan no ocurren jamás. Esta es una de ellas.

 

*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).