Sin ningún lugar a dudas, parece que 2023 será un buen año turístico para nuestros destinos. Sin embargo, llevo algunos días pensando que debemos ser moderados en nuestro análisis a futuro, ya que hay ciertos asuntos que constituyen una amenaza que, si bien no parece que de momento sea para preocuparnos, son amenazas disruptivas. Esto quiere decir que se puede presentar ante nosotros con terribles consecuencias en el momento más insospechado, dando al traste con nuestros objetivos y nuestras expectativas verdaderamente optimistas.

La primera de ellas es, sin lugar a duda, la situación todavía no resuelta de la guerra de Ucrania. Es un verdadero peligro que, personalmente, espero que los implicados sepan resolver a la mayor brevedad posible.

La segunda amenaza es cómo nos van a afectar los nuevos impuestos verdes a los vuelos para la transición y la sostenibilidad de los combustibles del transporte aéreo, donde Canarias debe tener, por su condición de región ultraperiférica europea y por su régimen fiscal especial, un tratamiento especial y a la baja.

Maspalomas, Gran Canaria. Foto: Pixabay

Maspalomas, Gran Canaria. Foto: Pixabay

La tercera es la situación de verdadero abandono que algunas de nuestras zonas turísticas, sobre todo de Gran Canaria, presentan sin que se haya diseñado un plan para la puesta al día de todas esas infraestructuras públicas, incluidos los Centros Comerciales obsoletos del Sur de Gran Canaria.

Esta es una amenaza disruptiva de primer nivel porque puede llevarnos, el día menos pensado, a una situación indeseada de rechazo del destino y su consecuencia negativa en las reservas, en la actividad económica y el empleo, y esto no lo digo yo, lo dice Butler en su célebre “Teoría del ciclo de vida de los destinos turísticos”. 

Lo dicho, estamos viviendo una excelente situación del sector turístico, pero hay AMENAZAS DISRUPTIVAS que pueden presentarse si no hacemos lo suficiente para evitarlas.

Gracias por leerme.

 

 

*José María Barrientos. Promotor Turismo y Ocio.