Cuando parecía que el turismo mundial se estaba recuperando de la crisis provocada por el COVID —la más importante en la historia de este sector—, la invasión rusa de Ucrania pone patas arriba a todo lo avanzado.

El turismo es uno de los sectores económicos a los que más afecta el llamado “efecto mariposa”: si aletea en Moscú, provoca un terremoto en Cancún, por la enorme variedad de subsectores que tienen que funcionar equilibradamente para que los turistas puedan disfrutar de sus vacaciones.

Algunos efectos se han producido inmediatamente, otros se irán produciendo en función de las medidas que lleven a cabo los gobiernos o porque sus efectos simplemente tardan en llegar.

El más inmediato ha sido el alza del precio del petróleo, que ha sobrepasado los 100 dólares/barril y, especialmente, del gas, con el consiguiente encarecimiento del transporte aéreo, un tercio de cuyos costes dependen del combustible. Por supuesto, las compañías han asegurado el precio de una parte del combustible necesario. El consumo de combustible también será mayor, debido a que el cierre del espacio aéreo ruso obliga a costosos desvíos.
 

Extracción de petróleo

Extracción de petróleo

Todas las bolsas han caído —ya estaban débiles—; Aeroflot lo hizo fuertemente, el resto de las compañías aéreas también lo ha hecho, pero en porcentajes inferiores. La Bolsa de Moscú se desplomó y el rublo perdió casi la mitad de su valor frente al dólar y el euro, aunque lo habitual es que se recuperen una parte de esas pérdidas. En estas condiciones, económicas y ante el temor a no ser bien recibidos en muchos lugares, los rusos no saldrán de vacaciones.

En todo el mundo aumentará la inflación y consecuentemente disminuirá la renta disponible —determinante de la propensión a viajar—.

La tendencia al encarecimiento de los billetes de avión, que ya estaba en marcha, se acelerará. Habrá menos viajes de larga distancia, menos viajes de negocios, precisamente donde ganan dinero las compañías aéreas – cuando las empresas pagan no quieren arriesgarse a reclamaciones, en caso de que algo ocurra durante el viaje—.
 

Rublos rusos

Rublos rusos

Por otra parte, en los países europeos existe una bolsa de ahorro que tuvo lugar durante la pandemia y un deseo de viajar no satisfecho.

Los vuelos entre países de Europa Occidental sufrirán menos, pero los turistas de larga distancia que visitaban nuestro continente, incluida España, se quedarán en sus casas: los chinos a causa de sus propias restricciones y los americanos por su tendencia a evitar no solo las zonas de conflicto sino todo el continente en el que tengan lugar. Esto afectará singularmente a los cruceros.  

En el caso de España —Canarias en invierno, los destinos catalanes y del levante en verano y la Costa del Sol todo el año— se quedarán sin sus clientes rusos (que gastaron aquí unos 1.100 millones de euros en 2019) mientras que los procedentes de los países nórdicos —Suecia y Finlandia han sido directamente amenazadas por Putin— y Polonia   se lo pensarán, al igual que Polonia y Hungría. Sin embargo, en términos relativos, España mantendrá o aumentará su cuota de mercado en los principales países europeos, en los que tenemos ventajas relativas y que representan un 70% del total de ingresos. Los potenciales clientes van a preferir viajar a destinos conocidos, cercanos, seguros y de fácil acceso para un posible regreso anticipado. España es, con gran ventaja, el país que reúne todos estos requisitos, por lo que previsiblemente nos acerquemos durante el verano —si la situación no empeora— a las cifras previstas: un 80% de las del 2019.
 

Avión sobrevolando Rusia

Avión sobrevolando Rusia

Los efectos de las sanciones impuestas son duros, pero aún pueden ampliarse. Nosotros también sufriremos algunas de sus consecuencias. Los oligarcas rusos, que gastan alegremente, esperarán a ver cómo evoluciona la situación. El más rico de ellos, Mordashov, es el accionista mayoritario (34%) del principal turoperador europeo TUI, aunque carece de capacidad ejecutiva.

La exclusión casi completa del sistema de pagos internacionales “Swift”, dificultará el pago europeo del petróleo y el gas; el ruso de los servicios turísticos y el cobro de las deudas. La congelación de las reservas del Banco Central que están en Europa o Estados Unidos impide que las usen para amortiguar las sanciones. Es la primera vez que se sanciona a un Banco Central del G20.

 

 

A medio plazo, la debilitación de los sistemas globalizados de las cadenas de suministros y de los sistemas financieros integrados, que se pusieron en marcha en 1991 precisamente tras la caída de la Unión Soviética, obligarán a todos a reformularse el funcionamiento global de la economía, incluido el turismo.

Todo esto dando por supuesto que los dirigentes de uno y otro bando están despiertos y no son "los sonámbulos" que tan bien describe Christopher Clark en su libro del mismo nombre (The Sleepwalkers), que detalla como los dirigentes europeos no sabían lo que hacían cuando nos llevaron  la primera guerra mundial.

 

*Ignacio Vasallo es director de Relaciones Internacionales de la Federación de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET).