Viajar siempre es un aprendizaje, una oportunidad para vivir en diferentes lugares en los que descubrir nuevas, tradiciones, sabores e idiomas con los que abrir la mente y aumentar la tolerancia. Una ocasión para conectar con otras culturas que, actualmente, modelos como el turismo exprés están desaprovechando.

Enmarcada en el consumo acelerado y tras permanecer dos años encerrados en casa a causa de la pandemia, la necesidad de visitar y explorar nuevos lugares se hizo patente, y empujados por la cultura del FOMO —miedo a perderse algo—, los itinerarios que permiten experimentar una gran variedad de lugares y actividades en un solo viaje dando prioridad a la cantidad sobre la calidad, ganaron popularidad. Pero, ¿por qué desaprovechar la oportunidad de conocer con mayor profundidad un destino?

Ahora que muchas personas pueden combinar teletrabajo y permitirse un tiempo extra para explorar una nueva localización, el turismo de larga estancia aparece como una alternativa que deja espacio a la espontaneidad y la flexibilidad de sumergirse en la cultura local y descubrir todos aquellos aspectos que más llamen la atención al viajero. Desde comprar en mercados callejeros hasta hablar con locales en las plazas, actividades más allá de la foto turística que permiten al viajero convertirse en un ciudadano más.

Hasta hace poco, el itinerario de las vacaciones venía marcado por los paquetes turísticos o los de las agencias de viajes, pero ahora que todo está al alcance de la mano, depende del ciudadano de a pie buscar aquellos destinos y actividades más adecuadas para su perfil en función de sus preferencias.

A diferencia del turismo exprés, donde la máxima es experimentar el mayor número de actividades posibles y hace que muchas personas necesiten un descanso tras las vacaciones, el turismo de larga estancia fomenta la autenticidad y el reposo. Pasear por las calles tranquilamente, visitar y apoyar negocios de proximidad o degustar diferentes sabores y cocinas típicas son oportunidades para conocer a fondo la historia, cultura y naturaleza del lugar.

Es innegable que el turismo es un sector esencial para el desarrollo económico de los países. En este sentido, modelos como el turismo de larga estancia contribuyen a la generación de ingresos más significativos y estables, así como a la creación de infraestructuras más robustas y duraderas en el tiempo de las que se pueden beneficiar tanto turistas como residentes.

Un modelo en el que, al contrario que en una visita rápida, no solo la galería del teléfono acabe llena de recuerdos, sino que también deje una huella en la filosofía y bagaje del viajero, en recompensa por la fidelidad y apuesta por el destino, basada en la tolerancia, la autenticidad y el respeto.

 

*Luis Osorio Solé, CEO y cofundador de Stayforlong