El turismo se ha convertido en arma arrojadiza entre los gobiernos de Estados Unidos y El Salvador, que durante los últimos días han mantenido un intenso debate sobre las políticas del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, hacia las maras o pandillas. Un conflicto que hasta el momento ha provocado algunas represalias, como que el país norteamericano haya lanzado una alerta de viaje de Nivel 3 (“Reconsiderar el viaje”) contra el país centroamericano.

La política frente a las maras —un verdadero problema de seguridad en el país durante las últimas tres décadas— del Gobierno de El Salvador se centra, principalmente, en el decreto de estado de excepción que tuvo lugar en marzo del año pasado. Se inició entonces una campaña de detenciones que ha puesto a más de 60.000 personas (el 1% de la población salvadoreña) en prisión. Asimismo, se ha construido en el país el centro penitenciario más grande del mundo, según el Ejecutivo, con una capacidad para 40.000 reos.
 


De acuerdo con la alerta de viajes emitida por Estados Unidos, ni el estado de excepción ni las detenciones masivas han puesto fin a los problemas de inseguridad en El Salvador. La advertencia estadounidense añade que, según asociaciones pro derechos humanos y medios de comunicación opositores a Bukele, ni siquiera los turistas están a salvo de estas detenciones arbitrarias.

Sin embargo, Bukele no ha permanecido de brazos cruzados ante semejantes acusaciones. A través de Twitter, el presidente salvadoreño ha acusado al Gobierno estadounidense de meter inocentes en la cárcel.
 


De momento, no ha habido más capítulos en esta batalla política entre El Salvador y Estados Unidos. No obstante, Bukele ha encontrado otro enemigo, ya que durante las últimas semanas no ha cesado de cruzarse sendas acusaciones con Gustavo Petro, presidente de Colombia.