Aunque no hay duda de que el turismo es uno de los grandes motores económicos mundiales, también genera -de manera notable- unos impactos negativos que afectan a la propia industria.

Los estudiosos han definido estos aspectos como “las cinco capacidades de carga aplicadas al turismo”, con las que se pretende cuantificar la repercusión del turismo en diferentes dimensiones:

  • Capacidad de carga ecológica: deterioro que el turismo genera en los recursos ambientales.
  • Capacidad de carga social: reducción de la calidad de vida de los habitantes a causa del aumento del número de turistas.
  • Capacidad de carga económica: repercusiones económicas como invertir en rehabilitar zonas turísticas.
  • Capacidad de carga perceptual del turista: distorsión de la percepción de los propios visitantes a causa de las aglomeraciones.
  • Capacidad de carga física: capacidad de las infraestructuras o zonas turísticas para acoger a los visitantes (museos, hoteles, playas, etc.)

Su incidencia es cada vez mayor, por lo que es necesario que las entidades públicas regulen la industria turística para así garantizar unos parámetros de sostenibilidad que favorezcan el desarrollo de los destinos a largo plazo.

Aunque son muchos los enclaves turísticos afectados por dichas cargas, actualmente hay dos países donde tienen más incidencia: España -concretamente en la Ciudad Condal y en Baleares-, e Italia. Conocer la repercusión de cada una de estas cargas es elemental para que se establezcan las medidas que se pueden tomar para contrarrestar los efectos negativos de una industria que sigue creciendo día a día.

 

  • ESPAÑA

​Carga social y perceptual del turista  

Barcelona, una de las ciudades más cosmopolitas de España está dividida. Las opiniones enfrentadas entre la población y los agentes turísticos sobre la masificación turística están generando una “lucha” de intereses.

Aunque el 86’7% de los barcelonenses considera que el turismo es beneficioso para la ciudad, según una Encuesta sobre la Percepción del Turismo realizada por el Ayuntamiento de Barcelona, más del 48% expone que se debe poner limitaciones para frenar la masificación del destino, que está afectando considerablemente a la capacidad de carga social de la población.

Gráfica Barcelona

De la misma forma, creen que se ha llegado al tope de la capacidad para dar un servicio óptimo a los visitantes, que han puntuado Barcelona con un 8’7 tal y como se recoge en el Informe de actividad turística realizado en 2016. Entre los aspectos mejor valorados se encuentran su arquitectura, cultura, entretenimiento, restauración y amabilidad. Sin embargo, manifiestan que entre uno de los puntos negativos más destacados están la aglomeración urbana en zonas y monumentos turísticos, así como los elevados precios en comparación a la calidad de los servicios.

Por ello, el Plan Estratégico de Turismo 2016-2020 para la ciudad Condal pretende afrontar en los próximos años:

-          La gestión y distribución inteligente de los flujos turísticos en la ciudad y el territorio.

-          La reducción de los impactos negativos que genera el turismo en la ciudad.

-          La ordenación, regulación y control de la actividad turística y las actitudes incívicas.

-          La definición de un nuevo modelo de gobernanza y de financiación del turismo.

-      El fomento de la identidad y la singularidad de Barcelona como destino sostenible, competitivo y de excelencia.

-          La distribución más equitativa y transversal de los beneficios que genera el turismo.

-          La sensibilización sobre los efectos del turismo y el hecho de favorecer la complicidad de la ciudadanía.

Tal y como se apunta en el Plan, todo esto contribuiría a mantener un equilibrio entre la ciudadanía y los visitantes en un contexto de sostenibilidad turística.

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Carga ecológica y económica

Otro claro ejemplo que podemos encontrar en España, es Baleares donde existe fuerte preocupación por los impactos medioambientales que la saturación turística está generando.

Tal es la situación, que GOB, asociación ecologista que tiene como objetivo la conservación de la biodiversidad y el patrimonio natural de las Islas Baleares, recientemente ha lanzado una campaña llamada: OverBOOMking! con la que pretende denunciar la ausencia de políticas que frenen la llegada de turistas y el impacto ecológico que generan.

No son los únicos preocupados por la conservación del archipiélago balear. En un reportaje escrito en 2012, Greenpeace ya manifestaba que las políticas llevabas por el gobierno balear no se acercaban a frenar los impactos derivados del turismo de masas.

“El progresivo deterioro del capital natural tiene una doble incidencia en las Baleares. Afecta, por un lado, a su capacidad potencial para seguir siendo destino turístico líder en el Mediterráneo, especialmente para aquellos segmentos -cada vez más numerosos- de la demanda más sensibles a la variable de calidad ambiental del destino turístico. Y, por otro lado, afecta a la percepción que los propios residentes de las islas tienen de su propia calidad de vida”, declara la ONG ambientalista.

Con estos informes se destaca la necesidad de que existan leyes que favorezcan el turismo sostenible, ya que es la manera más efectiva de regular los impactos ecológicos, económicos y sociales que se derivan del sector.

Sin embargo, y aunque en Baleares aún queda mucho camino por recorrer, ya se están tomando medidas para proteger sus ecosistemas. Recientemente se ha presentado un decreto para proteger la posidonia oceánica, una planta acuática endémica del Mediterráneo.

Posidonia oceánica

Si éste se aprueba, quedará prohibido el fondeo de yates y buques sobre praderas de posidonia de las que cientos de hectáreas se han visto afectadas, así como otras actividades que puedan tener impacto sobre el Patrimonio Natural y la Biodiversidad marina de la región.

 

  • ITALIA 

​Carga económica y física

Uno de los destinos competidores de España, Italia, también se ha visto fuertemente afectada por la saturación de turistas y el impacto generado por la sobreexplotación de sus recursos físicos y artísticos más emblemáticos.

Es por ello que el gobierno italiano regulará el flujo de turistas en diferentes enclaves de interés turístico.

Por un lado, Virginia Raggi, alcaldesa de Roma, pretende frenar los impactos físicos en la Fontana di Trevi (Roma), generados por los baños de turistas en ella, el embotellamiento de sus aguas o el lanzamiento diario de miles de monedas a la fuente. Para lograrlo, plantea organizar circuitos para así evitar que los visitantes se aglomeren frente al famoso monumento. La policía será responsable de  garantizar que los turistas respeten los recorridos establecidos.

Fontana di Trevi

Por otro lado, en Cinque Terre, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y zona turística costera en la provincia de La Spezia, las autoridades limitarán la entrada a 1,5 millones de turistas, frente a los 2,5 millones que lo visitaron en 2015. Esto es debido a que las grandes masas de excursionistas, sobre todo fomentadas por la llegada de cruceros que se concentran en los meses de verano, han influido negativamente en las vidas de los lugareños y han ido dañando agresivamente el territorio.

 

Las incipientes regulaciones mencionadas, que intentan poner límite a estas cargas, tienen que ir acompañadas por un aumento de inversión y un firme compromiso por parte de las autoridades en hacer efectiva la protección de los destinos ante un fenómeno, como es el caso del turismo, que no parece que vaya a decaer. Así como poner en alza la importancia de preservar unos estándares de calidad para los viajeros, el medioambiente y el medio físico, la economía del lugar y el día a día de sus habitantes.