La libra esterlina ha caído al nivel más bajo frente al dólar estadounidense en casi cuatro décadas, situándose el valor de una libra a menos de 1,14 dólares. Los datos compartidos por Reino Unido mostraron que el comercio cayó un 1% más de lo previsto por los economistas para el periodo de agosto. Esta serie de datos no hace sino aumentar la preocupación entre los inversores, que prevén una caída progresiva del consumo de la población, que a la postre provoque una recesión económica nacional. Esta situación es observada con atención por el sector turístico español, que espera captar al turista británico que decida no pasar sus vacaciones en continente americano.

"La imagen de debilitamiento del consumo sirve como un recordatorio de los desafíos que enfrenta la economía del Reino Unido a medida que el Banco de Inglaterra aumenta las tasas hacia una recesión", afirmó al diario Insider el jefe global de mercados de la institución financiara ING, Chris Turner, que además recalcó la especial debilidad de la libra actualmente. Sin embargo, esta tendencia está sucediendo en varias de las economías más fuertes del mundo, con bajadas del euro, el yuan o el yen, en detrimento del dólar. El negativo contexto económico afectará de a la actividad turística británica, provocando cambios en los hábitos de consumo y elecciones de destinos vacacionales, en busca de opciones más económicas.

En 2019 —último año antes de la crisis pandémica— llegaron casi cinco millones de viajeros británicos a Estados Unidos, siendo así el tercer país que emite más turistas dirección EE.UU., según datos del Gobierno de Estados Unidos.

España, atenta a la crisis de Reino Unido
 

Desde enero a julio de 2022, más de 8 millones y medio de visitantes de Reino Unido han recalado en territorio español, pudiendo crecer rápidamente este último dato en el caso de que los británicos renuncien a cambiar de continente para ahorrar. El CEO del touroperador TUI, Sebastian Ebel, afirmó que el miedo a una posible recesión económica modificará los destinos turísticos elegidos por los británicos en invierno, pasando de viajes de larga distancia a zonas como el Caribe, a desplazamientos de media distancia como Canarias, asegurándose así los turistas un clima soleado a un menor precio. Sin embargo, una caída del poder adquisitivo de la población británica es posible que provoque una reducción de los viajes, que perjudicará al turismo español.