Puede ser normal para cualquier habitante de las zonas rurales encontrarse un ratón en el patio de su casa. Lo que sí traspasa los límites de la cotidianidad es tropezar con una serpiente, sobre todo si se habla de cualquier paraje natural en la isla de Gran Canaria.

Lejos de reducirse o equilibrarse, la captura de ejemplares de la serpiente Lampropeltis Californiae, en lo que va de año ha batido ya el récord del anterior. 839 animales de esta especie habían sido capturados hasta el 31 de agosto y la previsión habla de que llegarán a la nada despreciable cifra de 900 antes de 2018.

La época de mayor actividad de esta especie invasora se extiende de abril a junio. No obstante, las capturas se producen durante todo el año. Solo el pasado mes de mayo se apresaron 244 en la isla.

A pesar de la colaboración ciudadana, los operarios que se dedican a  recoger los ejemplares que caen en las trampas no dan abasto. En el mes de agosto finalizaron sus contratos y hasta marzo del próximo año solo quedan dos personas encargadas de esta ardua labor.

Finalizado el proyecto Life-Lampropeltis, el programa post-Life que recogió el testigo para el control de la población de esta serpiente y sus efectos en la biodiversidad de Gran Canaria, no puede asumir esta ingente tarea. Llama la atención el aumento de ejemplares capturados en el entorno de Montaña La Data, en San Bartolomé de Tirajana.

La Lampropeltis Californiae o también conocida como serpientes Rey, llegó a la isla hace al menos 16 años y, aunque resulta inofensiva para el hombre, representa una amenaza para especies autóctonas endémicas. Los biólogos aseguran que, probablemente, arribaron por un capricho de coleccionista, porque se trata de un animal dócil y muy popular entre los aficionados a la terrariofilia. Alguno de ellos cometió la negligencia de soltarlas o, simplemente, se le escapó y la naturaleza hizo el resto.