Toni Serra es un profesional que ha dedicado su vida a la industria del turismo en Ibiza (Baleares) y ha sido testigo de la evolución que ha experimentado el sector a lo largo de las décadas. Por todo ello, señala en una entrevista concedida a Periódico de Ibiza que la masificación y la decadencia sufrida por el municipio de Sant Antoni de Portmany, conocido por su amplia oferta de ocio nocturno, han sido en gran medida provocadas por algunos touroperdores y agencias de viajes. 

Serra trabajó durante años en hoteles, empezando por recepción y acabando en dirección, así como en casas de alquiler de vehículos (rent a car) y el Aeropuerto de Ibiza. Esta larga experiencia en diferentes áreas del sector turístico ibicenco le han proporcionado una amplia visión sobre su crecimiento y desarrollo. “Al principio, Sant Antoni tenía un turismo de lo más cosmopolita. Había gente de todos los lugares, alemanes, franceses, las famosas suecas… Esto convertía a Sant Antoni en un lugar agradable, con gente distinta. Había familias, pero también había fiesta. Era gente que sabía combinar la noche con el día y funcionaban las playas y funcionaba todo”, explica en la citada entrevista.
 

 Estos touroperadores llevaron a la decadencia a Sant Antoni y provocaron que el otro tipo de turismo dejara de acudir"


Sin embargo, la cosa se fue torciendo con el paso de los años por a deriva que tomaron algunos operadores turísticos y agencias de viajes. “La cosa cambió cuando un perfil concreto empezó a dominar el turismo en Sant Antoni. Me refiero a las agencias y touroperadores que se centraron en el turismo joven británico, los famosos y molestos hooligans. Para Serra, estos touroperadores llevaron a la decadencia a Sant Antoni y provocaron que el otro tipo de turismo dejara de acudir. “Incluso mucha gente del pueblo también se marchó y pequeñas tiendas de toda la vida cerraron”.

Actualmente, tres localidades baleares están sujetos al decreto ley contra el turismo de excesos promulgado en 2020. Uno en Ibiza, el propio Sant Antoni, y dos en Mallorca, Magaluf y Playa de Palma. Los continuos altercados con turistas borrachos y, en ocasiones, violentos, obligaron al Govern balear a tomar medidas para poner freno a estos sucesos.