Según las previsiones podría igualar o superar los 18 milllones de turistas de 2016. Sin embargo, el boom turístico no solo trae consecuencias positivas. La demanda de alojamientos para turistas dificulta el de los trabajadores, que no encuentran o se ven obligados a vivir en malas condiciones, tal y como sucede en Ibiza. 

Una de estas profesionales ha explicado que: “Está complicado encontrar un sitio, vienen muchos extranjeros y todo está lleno, y lo que no está lleno está muy caro”. La única opción, en la mayoría de los casos, es subarrendar una habitación en un piso compartido por un precio entre los 200 y 300 euros. 

Otra profesional de la intermediación inmobiliaria, explica que: “En Salou no hay alquileres para dos o tres meses porque en verano es cuando se puede sacar dinero”. A esto añade que: “El 99% de los propietarios no quiere alquileres largos porque el turista paga por semanas, y paga muy bien”.

Por otra parte, Martí Sabrià, gerente del Grup Costa Brava Centre, que tiene más de 450 negocios de hotelería en la Costa Brava, apunta que el auge de plataformas como Airbnb ha abierto al turista una oferta antes orientada al visitante de proximidad o al trabajador de temporada, motivo por el que la situación es cada vez más asfixiante.