Finalmente, el Gobierno del País Vasco ha rechazado la implantación de la tasa turística en la comunidad. En contraposición, apostará por la aplicación de medidas activas de desestacionalización, para que los visitantes no se concentren en las capitales y se alcance la “sostenibilidad turística”.

Según ha informado El Confidencial, la postura adoptada por el Ejecutivo vasco no cierra la puerta a este tipo de impuestos en la comunidad, ya que la provincia de Guipúzcoa se ha mostrado firme en su intención de aplicar este gravamen. 

Precisamente, en el País Vasco se debate en la actualidad a qué entidad le corresponde implantar la tasa turística y su recaudación. Esta cuestión se resolverá en los informes de los distintos regímenes jurídicos, que determinará si estas competencias recaen en el Gobierno regional, en las diputaciones o en los propios ayuntamientos.

Lo cierto es que la Diputación de Guipúzcoa se ha agarrado a esta falta de definición competencial, además de a la particular distribución de las competencias tributarias en la comunidad, para defender su capacidad para aprobar este impuesto. Tal es así que el pasado 6 de noviembre, la provincia aprobó por unanimidad una resolución para implementar la ecotasa en un “período razonable dentro del próximo año”.

Por su parte, el Ejecutivo regional ha dado por zanjada esta cuestión, tras haberse posicionado en contra del gravamen. Lo ha hecho después de analizar su implantación con las administraciones implicadas y con los diferentes actores del sector turístico de la comunidad, a instancias del Parlamento vasco.

Ya el pasado julio, el Gobierno vasco rechazó una proposición no de ley impulsada por el partido político Podemos para aplicar la tasa turística, alegando que los diferentes agentes turísticos se manifestaron de “forma unánime” en contra de la medida, que tendría un impacto en un sector que “se encuentra aún en fase de consolidación”.

Como alternativa, la consejera de Turismo, Sonia Pérez, propuso la apuesta por una “visión de la sostenibilidad turística global”, desarrollando políticas encaminadas a la “desestacionalización y al reparto de los turistas por todo el territorio” a través de la puesta en valor de “recursos fuera de las capitales”, fomentando así el turismo industrial, familiar, de naturales, el ecoturismo o las rutas de peregrinación.