Estambul, en Turquía, se ha convertido en el destino predilecto de los hombres que sufren problemas de alopecia. 

En los últimos años el país otomano se ha convertido en uno de los líderes mundiales de la cirugía estética. Ya en 2016 unos 65.000 extranjeros acudieron a las clínicas para someterse a una intervención de implante de pelo. Aunque la mayoría procedió de países árabes, cada vez son más los europeos que acuden a la región, en especial, los italianos y los españoles. 

Tal es el éxito, que las clínicas turcas han comenzado a abrir oficinas de representación en Madrid, Barcelona y otras ciudades o trabajan con empresas intermediarias. 

Su atractivo principal es el precio. Los paquetes oscilan entre los 2.000 y 3.000 euros e incluyen noches de hotel. Incluso algunos alargan las estancias para que los pacientes puedan hacer turismo y ofrecen transportes y un intérprete: “Los precios pueden ser cinco o seis veces menores que en cualquier ciudad europea o de Estados Unidos. El motivo es que no se trata de una operación que requiera de material costoso, sino sobre todo de capital humano, y al ser en Turquía los salarios más económicos, eso hace que disminuya el precio.

Otro factor bastante importante es que hay mucha competencia y las empresas turcas ajustan al máximo el precio”, explica Pau Vilanova, gerente de CapilClinic, que lleva pacientes a la región. 

Estas clínicas cuentan con el apoyo del gobierno turco, que tiene como objetivo ser uno de los tres mayores destinos mundiales del turismo sanitario en 2023.

El año pasado alrededor de 750.000 extranjeros acudieron a Turquía para recibir tratamientos médicos. Dejaron cerca de 5.000 millones de euros en el país.

 Aún así, la tendencia tiene un lado oscuro y es que se han detectado casos de hospitales o clínicas que carecen de condiciones higiénicas inadecuadas o personal con la formación necesaria.