El gran tema en el sector es definir para qué desarrollamos el turismo. La única respuesta válida es para que los locales vivan mejor. Cuando gana la idea de que se desarrolla para que los empresarios (y sólo ellos) hagan muchos negocios, estamos en problemas. Cuando los residentes sienten que los únicos beneficiados por el turismo son los empresarios y que ellos tienen que pagar los costos sin recibir los beneficios, es lógico que sientan enojo. Si ese enojo no se atiende, crece hasta situaciones violentas.

Es evidente que no todo proceso de desarrollo turístico está de acuerdo con los deseos y expectativas de los locales. Uno de los grafittis más elocuentes vistos esta temporada y caracterizados como turismofobia dice “Turistas, vuelvan a casa. No destrocen nuestras vidas”. Es terrible que los locales piensen que aquello que hacemos desde el turismo para que vivan mejor les destroza la vida.

Algo está mal y se debe solucionar

Todo lleva a pensar que los locales están en contra del turismo masivo, no en contra de la actividad en sí. Esto sucede cuando el sector crece de manera descontrolada, desbocada. Creció, pero no se desarrolló y es que, como en todo, los excesos son malos.

Prácticamente ningún destino tiene definido hasta dónde puede crecer. Tenemos que ser conscientes que todo tiene un límite y en turismo viene dado por una serie de indicadores cuya variable más clara es la cantidad de turistas que pueden estar en el destino sin afectar negativamente la vida de los locales y a su propia experiencia turística.

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El turismo no siempre es beneficioso

Esto sucede cuando los locales sienten que los costos para que vengan visitantes, que los hay y que hay que tener claros, son mayores a los beneficios que perciben. Esto se vive cuando la voracidad de lucro es mayor a la voluntad de generar un negocio a largo plazo que aspire a que los turistas tengan una experiencia satisfactoria (o aún mejor) y los residentes vivan con un mejor nivel y calidad de vida.

Se produce en muchas áreas ajenas al sector vacacional: cuando se promete riqueza y cuando entra dinero, en muchos casos, desaparecen las preocupaciones por los modelos de producción y cuando esto sucede, nos enfrentamos a problemas que sufren los residentes. En la industria vacacional habitualmente solo vemos el beneficio del turista, pero incluso este percibe que no es lo mismo ir a un lugar y poder verlo y disfrutarlo a estar en una aglomeración, ver sólo a otros visitantes y “sufrir” la experiencia.

Esto nos lleva a definir como se mide el éxito en turismo: mientras sea en cantidad de turistas, podemos caer en estos problemas.

Por ello, el propio turismo masivo está reaccionando. TUI, el mayor grupo turístico del mundo, considera que España ya está "bastante llena de turistas" y su consejero delegado, Fritz Joussen, cree que esta situación podría beneficiar a otros destinos turísticos europeos más asequibles que podrían atraer a estos viajeros.  Es decir, el turismo masivo es malo también porque te usa y te deja y porque no ve como un problema la saturación, sólo cambia de destino. Algo que en España se sabía, ya que el gran crecimiento de los últimos años tiene un fuerte componente geopolítico: una parte importante se debió a que los turistas sustituyeron con España a algunos países árabes como Marruecos, Túnez y Egipto, a los que dejaron de viajar asustados por la violencia.

Quiero aclarar en este punto que la solución tampoco es esperar la caída de la demanda por saturación. La respuesta no es ni que el tiempo todo lo cura, ni que los melones se van a ir acomodando en el carro.

La situación es complicada: los nuevos requerimientos de los turistas, una mayor competencia entre destinos, las plataformas de Internet que generan nuevos jugadores y las ‘low cost’ que aumentan la cantidad de turistas, generan un nuevo panorama que incorpora nuevos problemas y no se observa que estos temas estén siendo previstos en los destinos.

Un párrafo adicional merece el mencionado tema de las plataformas de internet que posibilitan que muchos apartamentos, que antes eran ocupados por locales, se ofrezcan a turistas. Esto tiene una parte positiva y es que más nacionales se benefician del turismo, pero en ciertos destinos fueron tantos los pisos que se sumaron y, en muchos casos, concentrándose en pocas manos la propiedad que convirtieron al destino en un lugar de turistas, sin locales.

Esto es malo para la ciudad porque genera cambios que no permiten vivir mejor: ya no hay negocios para locales, estos se van a vivir a otros lugares, pueden cerrar escuelas, las ciudades se vacían de población (p.e. Venecia, donde la población se redujo la mitad en pocos años y en Barcelona es muy notorio) y, sobre todo, aumentan los precios de bienes y servicios para quienes no se benefician del aumento del turismo, quienes, obviamente, se quejan.

¿Cómo corregir?

Lo ideal es pensarlo antes de generar el problema, pero claro que se puede corregir. Pero para ello hay que poner límites a qué tipo de turismo, cómo se desarrolla, subir los precios y generar mecanismos para que los residentes de ese destino se beneficien de la industria. Ese, me parece, es el gran secreto. Si el local siente mejoras, está dispuesto a pagar ciertos costos.

Cuando siente que él no se beneficia y los costos son muy altos, obvio que va a quejarse y cuando esa queja no es escuchada, los reclamos son cada vez más violentos. Hace años que se viene diciendo que en Barcelona, las Baleares, Venecia, Roma, Florencia, Brujas, Ámsterdam, etc. hay descontento de la población local y las autoridades no lo supieron o no lo quisieron solucionar y ahora tenemos los resultados de eso.

Las soluciones para muchos destinos son muy complejas y van a requerir esfuerzo y medidas que pueden parecer antipáticas. Y tiempo de hacer las cosas bien.

Yo creo que vamos hacia un modelo que tenga límites y en muchos destinos los van a notar. Creo que la solución menos efectiva es la del precio, sobre todo si es la única que se aborda, pero es una de ellas.

El turismo debe cambiar en muchos sentidos, quizás el más importante es el empoderamiento de la población local, para que todos se beneficien de él.