Siempre he sido un gran admirador del Marketing español. Su capacidad para transmitirnos emociones es lo que más disfruto, especialmente con el Marketing escrito.

El extenso lenguaje, la facilidad que nos proporcionan los signos de puntuación para sorprender, retrasar, incrementar o dar un vuelco al sentimiento que quieres crearle a la otra persona es fascinante.

Como todas las emociones nacen de su contraria (concepto Taoista que explica que para que haya alegría, tienes que aceptar que hay tristeza, por ejemplo), el peligro de una “mala” estrategia de Marketing es que consiga un efecto totalmente contrario al no haber contemplado la posibilidad de la interpretación del mensaje de cada uno (y somos muchos y como bien sabemos, criticar es un deporte muy extendido en nuestro país). Sin embargo, todo es distinto cuando la emoción es AMOR. Sí, por supuesto que el contrario es odio, pero cuando la emoción que transmites es “pura”, es decir que no desea nada a cambio, es imposible que alguien pueda interpretar odio.

 

Comida de familia

Comida de familia

Espero que el siguiente relato corto sirva de ejemplo, espero que os guste.

“Don Ismael estaba disfrutando de una tranquila sobremesa rodeado de su familia después de una abundante comida en la que, como en todas y cada una de las ocasiones, contaba de nuevo y sin perder un ápice de entusiasmo las historias de su juventud y lo que, según sus hijos decían con cierta sonrisa eran las “batallitas del abuelo”.

Abuelo —dijo Alex, el mayor de los nietos con 14 años—. No sé que quiero ser de mayor, ¿qué hago?

Don Javier, tras dar el último sorbo a su taza de té, respiró hondo y contesto:

—Yo también tuve esa duda a tu edad, y hasta ahora con mis 89 años todavía no sé lo que quiero ser de mayor. Mientras tanto siempre he tratado de cuidar de los demás y viajar y por eso, decidí dedicarme al turismo hasta que lo descubra.

Atención de personas mayores

Atención de personas mayores

—¿Y qué es turismo, abuelo? —preguntó Nico, con solo 8 añitos.

Turismo es crear momentos felices para la gente —contestó Don Ismael mientras abrazaba a su nieta—, como ahora. Gracias a estos chicos tan amables hemos podido estar todos juntos después de tanto tiempo separados, y por fin puedo darte un beso otra vez.

—¿Qué tal la comida, Don Ismael? ¿Todo a su gusto? —interrumpió un discreto joven disculpándose.

—¡Sí, claro! Justo ahora les estaba diciendo a mis nietos que gracias a ti, Carlos, y a todo tu equipo puedo disfrutar de mi familia de nuevo; y ahora iba a contarles la increíble historia de cómo conocí a su abuela Ana... Espero que no se le enfríe el té, hace rato que se fue al baño.

El joven con cierta tristeza retiró la bandeja de su cama, activó el respirador del somnoliento anciano y le acomodó la almohada para que pudiera descansar en su siesta diciéndole:

—No se preocupe Don Ismael, pronto esta pesadilla habrá terminado y su familia podrá venir a verle. Voy a cuidar de su Ana, que está aquí al lado. Que descanse".

Mi homenaje en tiempos de reapertura a todos los que se dedican a la Hospitalidad, ya sea cuidando a la gente en hospitales, como en nuestros hoteles y en recuerdo de todos aquellos mayores de los que no pudimos despedirnos.