Si tenemos en cuenta que la música es uno de los placeres preferidos del ser humano y que a mayor conocimiento multidisciplinario mayor capacidad de gestión, no está de más, realizar una comparativa de esta disciplina del arte con respecto a la gestión hostelera, ya que el resultado final es básicamente similar: Generan estímulos.

Se podría tan solo escuchar música, tocar de oído, ser músico de conservatorio o compositor, disfrutar la majestuosidad de una orquesta sinfónica, una banda de jazz o unos músicos callejeros.

De igual manera que se puede disfrutar de la música de muchas formas, lo mismo ocurre con la manera de gestionar y ofertar de las empresas de hostelería. 

"Dar la nota", que esta además de vez en cuando se perciba como nota discordante o agradar, asombrar y que se superen las expectativas; entre ambas opciones hay una línea que obviamente hay que marcar y delimitar muy correctamente. 

De eso trata el trabajo del director de orquesta, del gestor y más aun de quien lo contrata, ya se sabe: "El ojo del amo, engorda el caballo". Un director de orquesta no tiene que saber tocar todos los instrumentos, pero sí debe entender si ese instrumento está sonando correctamente.

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El director tiene que conseguir que no suenen notas discordantes, que no sucedan. Su atención debe ser máxima analizando lo que escucha, mientras a la vez mentalmente intuye las notas que deben sonar inmediatamente después, el momento exacto, la intensidad, el acople con la partitura...

Un director debe de coordinar, afinar y mantener un ritmo, una armonía. ¿No creería que era fácil dirigir una orquesta? Aunque no posea las destrezas para tocar todos o algún instrumento si sabe cómo deben de interaccionar.

Pero qué ocurriría si se venden todas las entradas de un concierto y el concierto aun habiendo estado dirigido según partitura no gusta. ¿Sería un éxito? Pues No. Ese fracaso marcará el prestigio y su proyección, por eso es tan importante la progresión y la continuidad.

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La hostelería es otra música, otra música que también puede generar placer o por el contrario resultar tediosa. Esa sensación de malestar nunca debe ser generada y para lograrlo se debe de gestionar con atención, (tanta como requiere ser director de orquesta).

Y teniendo en cuenta esa extrema atención que se debe mantener para evitar "notas discordantes" dejo aquí la pregunta para reflexionar y ya cada cual que siga con su repertorio: La partitura que interpreta tu orquesta, ¿genera placer o en algún momento llega a ser tediosa?