Antes de ser hallada muerta, víctima de los cazadores furtivos de las zonas montañosas de Ruanda y el Congo, Dian Fossey (1932-1985) escribió en su diario: “Cuando te das cuenta del valor de la vida, uno se preocupa menos por discutir sobre el pasado, y se concentra más en la conservación para el futuro”. Esta californiana zoóloga, reconocida mundialmente por su labor científica y conservacionista con los gorilas de las montañas Virunga (Ruanda y la R.D. del Congo), pasó buena parte de su vida intentando salvar a estos animales de la codicia del hombre y a desmitificar su comportamiento violento.

Dian Fossey junto a los gorilas en la jungla africana. Foto de NaturaHoy

Dian Fossey junto a los gorilas en la jungla africana. Foto de NaturaHoy

La naturaleza humana no ha cambiado mucho desde entonces y no es raro que, aunque algunos no se dedican a masacrar gorilas, tal y como lo hacían los cazadores ruandeses, se van de vacaciones a Perú o a Brasil y, para presumir en las redes sociales, se sacan un ‘selfie’ junto a un cocodrilo, una serpiente o un tierno perezoso, a sabiendas o no de que detrás se esconde una historia de sufrimiento y maltrato. A los más ‘osados’ se les ha visto fotografiarse junto a un tigre adulto en Pattaya (Tailandia), cuando el animal sufre evidentes signos de haber sido drogado.

¿Son los turistas los únicos culpables?

La ONG Protección Animal Mundial denunciaba estos hechos el pasado mes de octubre y lanzaba esta advertencia: “Los turistas se preocupan por los animales, pero la mayoría no son conscientes de la cruel industria que están alimentando. Detrás de las cámaras, esos animales han sido arrebatados de su hábitat natural; muchos han sido arrancados de sus madres siendo bebés. Los están golpeando, manteniendo escondidos en condiciones pésimas y cebando con comida. Están sufriendo un severo trauma psicológico y muchas de estas especies están en peligro de extinción”.

Una turista se hace una foto con un tigre. Foto de Gizmodo

Una turista se hace una foto con un tigre. Foto de Gizmodo

Un informe de esta ONG de origen británico ha revelado cómo los animales son apartados de su entorno natural, casi siempre de forma ilegal, para ser explotados por empresas e “irresponsables operadoras de viajes” que ofrecen a los turistas fotos con animales exóticos a cambio de un alto precio, ha publicado el diario The Objective.

Según esta publicación, en los últimos tres años los ‘selfies’ con animales salvajes han aumentado en Instagram un 292%. Protección Animal Mundial, por su parte, ha calculado también el porcentaje de este tipo de instantáneas que son inapropiadas para el animal: el 40%.

Otras publicaciones aseguran que el negocio de las fotos en la “vida salvaje” está centrado en los viajeros, en especial los que visitan el Sudeste Asiático. Un país como Tailandia que recibe anualmente más de 30 millones de turistas extranjeros, cuenta con un popular atractivo turístico conocido como Templo de los Tigres. En teoría se ha dedicado siempre a la conservación de estos felinos; sin embargo, el pasado año, oficiales del gobierno tailandés encontraron pieles, huesos en forma de amuletos, dientes, pelaje y casi 70 cachorros de tigre conservados dentro de frascos.

Las alarmas se han disparado de tal manera que algunos sitios de reseñas de viajes como TripAdvisor han eliminado de su lista cualquier lugar donde los turistas entren en contacto con animales salvajes en cautiverio, o especies en peligro de extinción.

Selfie con un coala. Foto de Expansión

Selfie con un coala. Foto de Expansión

No todo son sombras

La industria de viajes ha comenzado a tomar conciencia de esta dramática situación y ha decidido tomar cartas en el asunto para ponerle freno. Además de TripAdvisor, empresas como TUI o Intrepid Group ofrecen alternativas que esquivan la tendencia al ‘selfie’ con animales salvajes o a utilizarlos como medio de transporte para dar un paseo. En su lugar, los touroperadores ofertan excursiones a reservas naturales para observar a estas criaturas en libertad, o expediciones a parques orientados a la conservación de las distintas especies, muchas de ellas en grave riesgo de extinción.