Arabia Saudí, va a convertir a 50 de sus islas  del Mar Rojo en zona hotelera de lujo, con resorts, viviendas y todas las infraestructuras necesarias para ser una potencia turística mundial. Para que nos hagamos una idea, las 50 islas en cuestión suman un área equivalente al tamaño de Bélgica y se espera que aporte 3.000 millones de dólares al producto interior del Reino. Estamos hablando de una nación en la que, pese a no estar cerrada al mundo,  para el turista occidental no es sencillo conseguir permisos para visitarla.

Los saudís tienen claro que el petróleo no va a durar para siempre y la nueva generación de jóvenes que comienza a gobernar el país sigue como ejemplo claro a su vecina Dubái o a la nación de Singapur. Es bien sabido que los emiratís y singapurenses son ejemplos de éxito e innovación permanente.

Arabia Saudí está acostumbrada a recibir a muchos visitantes extranjeros musulmanes, principalmente por el Hach o peregrinación a La Meca. Los datos publicados en relación a visitas de turistas en el año 2016 ascienden a 18 millones. En comparación, Egipto en sus buenos tiempos del año 2010 cerró con 14 millones. La idea, con el desarrollo del Red Sea Tourism Zone, es que Arabia Saudí cierre el año 2027 con 30 millones de visitantes.

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Arabia Saudí es un país inmenso pero, al no ser el turismo una prioridad hasta el momento, no han tenido el mismo marketing como sus vecinos egipcios y jordanos. Por tener tienen, y poca gente lo sabe, zonas nevadas.  La zona en cuestión es completamente virgen con fondos marinos de gran valor.

El reto va a más allá del marketing, la construcción y la creación de riqueza y empleo. Los cambios profundos, de calado, vienen con su legislación y costumbres. Arabia Saudí no es precisamente un país dado a emitir visados de turismo. Se deben revisar normas como el consumo de alcohol, vestimenta, ocio (como por ejemplo permitir funciones de cine y teatro) etc. para poder atraer a clientes occidentales.

Lo más probable es que la zona turística tenga unas leyes diferentes al resto de la nación, “de acuerdo a estándares internacionales¨. Sería una especie de región autónoma, gobernada por un Comité de Expertos. A pesar de que la zona sea independiente, restringida sólo para los turistas o como lo queramos ver, sin duda causará un impacto cultural en la cultura saudí y el país tendrá que comenzar a planificar dicha transición.

Todo esto comienza a construirse a partir del 2019, con miras a terminar en el 2022. De momento, toda la financiación se llevará a cabo con capital saudí. Más adelante, en fechas por determinar, valorarían aceptar la entrada de capital extranjero.

Empecemos a acostumbrarnos a oír a hablar de este tema porque estará de moda a partir de ahora.