El turismo es como una moneda, tiene dos caras y un borde muy fino para pasar de una cara a otra.

La línea que existe de pasar de ser un destino sostenible a uno masificado es muy fina y, como no se controle, puedes caer en el precipicio donde muchos destinos se mueren y otros tienen la ardua labor de reinventarse.

Para saber si un destino turístico es sostenible o no, solo hay que escuchar a sus habitantes. Ellos son el mejor termómetro que tiene. Si sus habitantes están contentos con ser un destino turístico, pues la actividad le proporciona ingresos, trabajo, reputación, infraestructura y, sobre todo, no interfiere en su modelo de vida, entonces podemos decir que es un destino sostenible.

En el momento en que los habitantes comiencen a enfrentarse al turismo, pues no tienen donde aparcar, el precio de la vivienda es inaccesible, es imposible ir a cenar a ningún restaurante, tienen que cambiar sus hábitos de vida y sus costumbres, etc. es cuando ya ha pasado de ser un destino sostenible a uno masificado.

Y el gran problema, en muchas ocasiones, está en querer año tras año batir récord. Récord en visitantes, de ocupación, de número de camas, de llegadas de cruceristas… Y eso es un gran error, todos los destinos tienen una capacidad y no se debe de sobrepasar, pues eso a lo único que lleva es a la turismofobia.

Sé perfectamente que mantener el equilibrio de ser un destino turístico y sostenible es complicado, pero todos aquellos destinos que no pongan límites a la llegada de turistas, pueden caer en el mapa de los destinos no elegidos por ellos.

El turista ya no quiere pasar sus vacaciones en un lugar donde no se puede aparcar, donde el ruido es insoportable, donde sus lugares de interés es casi imposible acceder. Cada vez son más los que buscan otro tipo de destinos menos saturados, y ahí está la oportunidad de todos esos destinos nuevos, que aún no han emergido.

Su trabajo ahora es captar ese turista que busca algo diferente, que quiere tranquilidad, vivir las tradiciones del lugar, poder charlar con sus vecinos, pasear sin estar sorteando personas.

Es el momento perfecto de recapacitar y ver cada destino en qué punto de salida está para la nueva temporada que llega en breve.

Aquellos que saben que tienen masificación, realizar un plan de estrategia para controlar la llegada de turistas, eligiendo más calidad que cantidad. Los que aún no son destino turístico tienen la gran oportunidad de mostrar sus encantos y no caer en los mismos errores que han tenido otros destinos.

Podemos decir que los turistas están cambiando sus hábitos a la hora de elegir un destino para pasar sus vacaciones y todos aquellos que no se adapten a un modelo sostenible tienen los días contados.

 

*Ricardo Zapata García es Técnico y especialista en Turismo.