Permanentes, de tela, hule, papel, de bufé, tiras, desechables, individuales, “caminos”, cubremanteles… En la hostelería, dentro de la lencería, el mantel, junto a la servilleta, son los grandes protagonistas, sin olvidar que existe también el muletón, el cubremantel, las tiras y el lito.

Es bueno recordar su valor y funciones, de esta manera, podremos dar un mejor servicio y así reforzar y optimizar las impresiones y sensaciones de los clientes sobre la empresa.

  • El muletón es una especie de paño grueso que cubre la mesa tipo toalla o manta para que pueda absorber líquidos en caso de percances, y que en su cara posterior está plastificado para proteger de golpes, marcas y humedades la mesa, sobre el muletón es donde se acomoda el mantel.  
  • El mantel, el protagonista de este artículo, protege la mesa, acomoda al comensal y da prestancia al servicio.
  • El cubremantel es, como su nombre indica, un protector del mantel. Es de idéntica medida de superficie, pero su vuelo es más corto, marcando una línea que diferencia y viste las mesas de la sala, aunque también pueden ser de una calidad inferior a la de los manteles.
  • Las tiras son cubremanteles de doble, triple o más longitud que sirven y sustituyen la colocación de dos o más “cubres”.
  • El lito es el necesario e imprescindible paño de servicio o lito del personal de sala, (que por cierto no tiene nada que ver con los paños de cocina). Las habilidades que pueda demostrar el personal con un Lito marcan y mucho la calidad y diferencias de un servicio profesional. Por supuesto, su trasporte y utilización debe cumplir unas pautas que están marcadas por la profesionalidad y la utilidad de las mismas. Nunca se utiliza para limpieza del personal.
  • Las servilletas son imprescindibles para dar un servicio de Hostelería. A diferencia de los manteles individuales, Su función y utilidad es la limpieza de manos y labios de cada comensal; es por eso que son mucho más valoradas las de tela y, en su defecto, si se utilizan de papel, deberían ser de una calidad considerable, no satinadas y siempre con la posibilidad y la calidad del servicio de poder utilizar más de una.

Pero sigamos con los manteles. Estos no son tan solo un elemento ornamental, tiene unas funciones, y características muy definidas que han sido suficientemente necesarias como para mantenerse con el paso del tiempo.

La desaparición de ellos en parte de “la nueva hostelería” hace replantearse argumentos y recordar la necesidad de mantener en alza su uso y disfrute; más aun si se tiene en cuenta que su limpieza en la actualidad resulta fácil y tiene un costo poco elevado, gracias a los avances de la maquinaria al uso para tal actividad, ya sea por medios propios o recurriendo a otras empresas.

Los manteles no solo se han utilizado en los salones comedores, terrazas o cafeterías, también era común que se vieran en los mostradores, en las barras, como señal de respeto y servicio. Se colocaban individualmente, incluso para tomar tan solo una merienda, unas tortitas, un montado, bocadillo o sándwich, marcando y reservando así, el lugar del comensal.

Hablando siempre del ámbito comercial-profesional, no del uso doméstico, En la actualidad algunas empresas, no solo están prescindiendo de la mantelería de tela, sino que prescinden totalmente de ellos, de los manteles, incluso de los de hule, plástico, o papel satinado, que aunque son otros grandes despropósitos, al menos aparentaban algo.

En mi opinión es un error. Y argumentar que la lencería de tela pudiera significar que la empresa va a resultar cara y que sus precios serán altos no sería una opinión con mucho rigor, ya que los clientes que miran y están pendientes de los precios, lo que analizan son las calidades, cantidades, y los precios propiamente, no las decoraciones, o las cuberterías, cristalerías, etc.

Los manteles, recordemos, tienen unas funciones, algunas muy importantes y que se pueden reseñar:

  • Proteger la mesa de manchas y humedad.
  • Vestir la mesa, aumentando elegancia y lucidez.
  • Acomodar al cliente amortiguando su apoyo del antebrazo en la mesa.
  • Mitigar el ruido que pueda realizarse durante el servicio.
  • Evitar que los líquidos derramados puedan manchar a los clientes.

Si puedo, como autor de este artículo, tomarme la licencia de seguir opinando o argumentando y no solo ser objetivo, comentar que valorar el costo por mesa que supone mantener y limpiar manteles de tela (y servilletas) es ridículo comparado con las ventajas e imagen positiva de estas condiciones de servicio.

Y sí, es verdad que al igual que yo valoro una mesa bien vestida, habrá quizás algunos comensales que prefieran una mesa sin vestir, con manteles de poca, baja o nula calidad en lugar de los de tela; o que no lleguen a valorar la diferencia, pero eso no sería suficiente motivo o consideración para prescindir de otro de los elementos del servicio que marcan y mucho las diferencias con respecto a las percepciones y conceptos como moda actual, innovación, calidad y, por supuesto, servicio, profesionalidad y excelencia.

 

*Luis Martínez Moreno es asesor/consultor, cliente incógnito y profesor de hostelería.