A perro flaco todo son pulgas. Este refrán es perfectamente aplicable a la situación actual de Air France – KLM. Y es que a los sucesivos conflictos entre pilotos y empresa, que se han saldado con un total de 15 jornadas de huelga entre el 22 de febrero y el 8 de mayo de 2018, cabe sumarles su reciente hundimiento en bolsa y la acumulación de deuda.

Todas las noticias que rodean al conglomerado francoholandés parecen ser negativas pese a la intención de que su efecto sea el contrario. Así, la dimisión de Jean-Marc Janaillac, presidente del grupo, en lugar de calmar las aguas ha provocado un descalabro en bolsa. Después de que Janaillac renunció a su puesto tras fracasar su propuesta a la plantilla, el selectivo parisino castigó a la compañía con descensos del 14,3%. Si se tiene en cuenta el acumulado desde el inicio del comienzo del año, las participaciones de Air France-KLM han caído un 50%.

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El segundo golpe de gracia le ha llegado con la intervención de Bruno Le Maire, ministro francés de Economía, que aseveró el pasado domingo 6 de mayo que pese a que el Estado francés es el principal accionista de la aerolínea (14% de las acciones) no acudirá al rescate de la misma.

El responsable de la cartera de economía se mostró tajante: "El Estado no está para enjugar las deudas, para venir a salvar a empresas que no hagan los esfuerzos necesarios de competitividad". Asimismo, también puso el dedo acusador en los empleados, señalando "al personal navegante, al personal en tierra, a los pilotos que piden aumentos de salario que están injustificados” y que ponen en riesgo "la supervivencia de Air France”.

Air France KLM registró pérdidas de 269 millones de euros en el primer trimestre de 2018, unos resultados negativos que se han visto acelerados por las consecuencias económicas de las sucesivas huelgas.

Ahora, todo el sector se pregunta, ¿seguirá este conglomerado los pasos de las malogradas Air Berlin y Alitalia?