El turismo gastronómico se ha disparado un 18% en el último año. La gastronomía, incluso, ya supone el 40% del gasto turístico mundial. Así se desprende de un estudio elaborado por el comparador de seguros de viaje Acierto.com, que analiza el gastroturismo en la actualidad.

Lo cierto es que a través de la comida se consume tradición y se conoce a las gentes del lugar. La cocina es, sin duda, uno de los platos fuertes de la oferta turística de España, siendo la tortilla de patatas, la paella, el gazpacho o los potajes, sus elaboraciones más demandadas por los foráneos.

En España, de hecho, se celebran diferentes acontecimientos relacionados con la gastronomía, que van desde FITUR hasta Madrid Fusión, pasando por Alicante Gastronómica, el Gastrofestival de Madrid, las Jornadas Gastronómicas de la Galera o el Xantar 2019, que este año se celebra del 6 al 10 de febrero.  

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La paella, por su parte, cuenta con un emoji propio y su receta es la más buscada en Internet. El tapeo constituye otro de los símbolos de identidad de España, incluso existe el Día Internacional de la Tapa. Una celebración que festejan los bares españoles, que son más de 260.000 (uno por cada 175 personas, aproximadamente).

A su vez, Andalucía, Galicia y el País Vasco lideran la clasificación del ranking de destinos gastronómicos españoles preferidos. Por ciudades ganan San Sebastián, Madrid, Barcelona y Bilbao. Murcia y Baleares se encuentran al final de la lista.

La creciente demanda ha provocado, al mismo tiempo, que sea uno de los segmentos laborales y de negocio con mayores opciones de desarrollo. Por no hablar de lo que supone para la economía y el empleo en general (afecta al comercio, distribución, agricultura o ganadería).

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El turista gastronómico

Pese a que ocho de cada diez visitantes eligen el destino en función de la gastronomía, tan solo el 28% de estos son turistas gastronómicos puros. Este tipo de visitantes suele ser un hombre o mujer de entre 35 y 55 años, con un poder adquisitivo medio-alto, que viaja en pareja y habitualmente en verano, en estancias de dos o tres jornadas, durante las que gastan un mínimo de 250 euros diarios.

Además, se trata de un tipo de turista informado, que visita webs y sitios especializados previamente y cuyas actividades preferidas son comer en restaurantes, ir de tapas, comprar productos e ingredientes locales y visitar mercados.