En nuestro editorial de la pasada semana llevamos a cabo un análisis de la posición privilegiada de las Islas Canarias como destino turístico ante la pandemia de COVID-19. Unas circunstancias que el archipiélago español no ha sabido aprovechar hasta la fecha; si bien tras el levantamiento del estado de alarma —que bloqueó toda España durante más de cuatro meses— se produjo una lenta recuperación de rutas aéreas y una tímida reactivación de los mercados turísticos, en la actualidad se ha perdido todo el terreno ganado y de nuevo las islas se han convertido en un campo de batalla entre la sociedad canaria y el coronavirus, que registra cifras récord.
 

Casi todos los gobiernos europeos han vuelto a implementar, sin ningún tipo de homogeneidad, restricciones y prohibiciones a los viajes hacia Canarias


Consecuentemente, esta situación ha tenido un efecto devastador para la industria turística, y es que casi todos los gobiernos europeos han vuelto a implementar, sin ningún tipo de homogeneidad, restricciones y prohibiciones a los viajes hacia el archipiélago. El último en unirse ha sido Polonia, que ha dado de plazo hasta mañana para que sus ciudadanos regresen al país, fecha tras la cual prohibirá los viajes desde y hacia España. La situación desde el resto de los principales mercados emisores del archipiélago es variada, aunque generalmente negativa:

Ante esta repetición de crisis total que ya se vivió en marzo, conviene analizar dos conceptos que hemos nombrado y que podrían suponer, desde nuestro punto de vista, la solución a esta tendencia hacia un nuevo '0 turístico', que está hundiendo la economía del archipiélago y afectando a infinidad de empresas nacionales e internacionales que habían depositado sus esperanzas en la singularidad canaria. Estos dos conceptos son: las islas y la sociedad.

Pensar en Islas Canarias, no en Canarias

Cuando hablamos de ‘Canarias’, hablamos de un territorio, de una región como podrían ser Galicia, Andalucía o Cataluña; en cambio, si decimos ‘Islas Canarias’ se evoca de inmediato la imagen de distanciamiento geográfico entre las islas. Al tratarse de pequeños territorios, limitados, pero a su vez protegidos cada uno por el mar, ha de ser relativamente fácil controlar los flujos de personas entre las islas y desde cada una de ellas con el exterior del archipiélago.

Dado que cada isla cuenta con su propio aeropuerto (excepto La Graciosa, que recibe sus visitantes a través de Lanzarote, y Tenerife, que cuenta con dos aeródromos) y con su propia estadística y seguimiento de casos de coronavirus, ¿por qué no insistir en la capacidad de gestión de cada isla como destino turístico, independiente y aislado, y transmitir esta individualidad a los gobiernos europeos?

Esto tendría dos efectos instantáneos:

  • La actividad turística no pararía en aquellas islas que cumplen con los índices de contagios considerados aceptables por cada gobierno extranjero.
  • El Gobierno de Canarias podría mantener la actividad económica de la región, sustentándola en estas islas que sí que recibirían aviones con turistas.

Canarias, un holding con 8 "filiales", puede y debe avanzar a pesar de la quiebra temporal de algunas de ellas. ¿Por qué parar la actividad en un momento vital para la supervivencia de la región si “pinchan” unas islas? Si de los 7 aeropuertos, pudieran recibir vuelos turísticos 2, 3 o 4 de ellos, no estaría toda la actividad empresarial de la región parada. Por supuesto que este sistema premiaría los resultados individuales, en este caso sinónimo de insulares, pero se trata de que el conjunto de las islas no se hundan en las fosas marinas del Atlántico.

Desbloquear el flujo perdido de turistas es posible, es realista y es viable; de hecho, el pasado sábado otra isla, en este caso Cuba, recuperó en el Reino Unido su estatus de país seguro para viajar. Un ejemplo claro de que las prohibiciones y las cuarentenas se imponen y también se levantan. El ministro de Transporte británico, Grant Shapps, que comunicó la noticia a través de su cuenta de Twitter, también avisaba de que el examen de cada destino turístico era constante y que "las cosas pueden cambiar rápidamente". Y es que el gobierno británico ha establecido que un país es considerado como área de riesgo si supera los 20 casos nuevos por cada 100.000 habitantes en los últimos siete días. Además, se tienen en cuenta otros factores como la tasa y velocidad de propagación del virus. 
 

Es necesaria una flexibilidad para la que ya no sirve hablar de país o región, sino para la que habría que introducir el concepto "isla segura"


Cada país ha establecido sus condiciones para viajar a otros y poder regresar; un mosaico de medidas al gusto de cada mercado emisor que trastorna la operativa de los touroperadores, líneas aéreas y el resto de agentes turísticos que reclaman un plan conjunto europeo. Independientemente de esta mezcolanza de reglas, es un hecho que el estatus de “país seguro” es dinámico, es un reto diario y es un asunto vital desde el punto de vista sanitario, pero también desde el punto de vista de subsistencia de la economía y, para dar respuesta a ello, es necesaria una flexibilidad para la que ya no sirve hablar de país o región, sino para la que habría que introducir el concepto "isla segura".

¿Le han explicado a la sociedad lo que está sucediendo?

No nos cansaremos de repetir que el 35% del PIB y el 40,4% del empleo en el archipiélago dependen, directa e indirectamente, del sector de los viajes y de las vacaciones y que a corto y medio plazo esta industria es difícilmente sustituible por otra alternativa. ¿Qué sectores podrían generar tanto empleo y riqueza como el turismo? Muchas son las voces políticas que hablan desde hace lustros de buscar nuevas opciones que hagan a las Islas Afortunadas menos dependientes del monocultivo turístico, pero estas "intenciones" no se transforman en hechos, en acciones, en alternativas. El coronavirus se ha convertido ahora en el examen de la diversificación empresarial de Canarias, y es que si a las tasas de desempleo previas al tsunami del Covid —18% en enero— sumamos el ‘cero turístico’ hacia el que se encamina el archipiélago, podemos imaginarnos una hecatombe económica sin precedentes.

En muchas ocasiones hemos hablado de situación de posguerra, sin embargo, la región no tiene nada que reconstruir, no hay nada que reparar, sencillamente no llega la materia prima a las factorías turísticas canarias y no es posible producir servicios en los procesos de transformación vacacional. Si no llegan los turistas, no se les puede cobrar por alojarse en un hotel, por vivir experiencias, por consumir sol en las islas, ni por disfrutar de un paisaje subtropical como el canario.
 

Es difícilmente comprensible que los "tutores" de esta sociedad, los gobiernos Central, autonómicos, insulares y municipales, no hayan conseguido mentalizar a la población de la situación tan extrema que viven las islas 


Es tanto lo que está en juego que es difícilmente comprensible que los "tutores" de esta sociedad, los gobiernos Central, autonómicos, insulares y municipales, no hayan conseguido mentalizar a la población de la situación tan extrema que viven las islas y de la necesidad vital de frenar al virus. Además, los avisos o amenazas de endurecimiento de medidas para evitar una nueva pandemia y un nuevo estado de alarma, hubiesen correspondido al momento en el que las cosas iban bien y previendo que pudiesen empeorar, pero cuando ya se han disparado los brotes de contagios y tras un agosto de descontrol del virus, las advertencias de poco sirven y las acciones no llegan.

La solución: el 'pleito insular turístico'

Si no sirven las advertencias o los avisos, ¿a qué se puede apelar para lograr la implicación de la sociedad para que la economía de las Islas sobreviva? Una solución se puede encontrar en el llamado 'pleito insular'. De llevarse a cabo la “independencia turística" de los destinos vacacionales canarios, como hemos planteado, los ciudadanos tendrán sus ojos puestos en qué es lo que consigue el vecino, pues como en toda región y más en un archipiélago existe la comparativa y cierta rivalidad. Cuando unas islas comprueben que sus negligencias, su falta de madurez como sociedad y sus desmadres veraniegos, las posiciona en una situación de precariedad frente a otras, muy probablemente en ese momento la población reaccione.

Lo que es un hecho es que en una crisis bélica, la flota se ha de mantener unida, por supuesto, pero si se hunde un portaviones, el resto de la escuadra ha de proseguir navegando y batallando. Es impensable que paren todos los buques porque uno esté realmente afectado.

Por el momento, la armada canaria está usando la última munición con la que cuenta para salvaguardar la temporada de invierno. Y es que esta misma mañana Ángel Víctor Torres, presidente del gobierno canario, se reúne con Sebastian Ebel, responsable de Hoteles & Resorts, Cruceros, Experiencias en Destino y Contratación y miembro del consejo de Grupo TUI.
 

Igual que la economía canaria depende desesperadamente de su temporada alta, el sector turístico europeo también está necesitado de un destino invernal seguro


La idea del encuentro es formar un frente común (destino+touroperador) que logre convencer a los tomadores de decisiones —el Gobierno Federal Alemán en este caso— con el fin de que se garantice el flujo turístico en el invierno 2020/2021. Y es que al igual que la economía canaria depende desesperadamente de su temporada alta, lo cierto es que el sector turístico europeo también está necesitado: debe contar con un destino invernal seguro, de volumen y en el rango de la media distancia (menos de cuatro horas de vuelo). 

Si bien el objetivo principal es ofrecer los 8 destinos, la necesidad de ambas partes puede llevarles a pactar una solución intermedia para una salvación parcial: la ya mencionada “independencia turística” de cada una de las islas y sus propios corredores seguros desde los mercados emisores. Por parte de las aerolíneas, aviones sobran, pudiendo establecerse rutas sin necesidad de depender de escalas en otras islas del archipiélago, solo hay que arrancar motores.

Eso sí, especial atención deberán recibir los aeropuertos y los protocolos anti-Covid que se aplican en ellos pues, en caso de salir adelante la idea de “islas seguras”, la llegada de turistas internacionales por corredores seguros y los vuelos interislas (islas seguras e islas no seguras) convivirán, pudiéndose producir contagios cruzados en las terminales si no se separan operativas.
 

La combinación ganadora en esta rueda de la fortuna se llama: decisión política, madurez social y empuje empresarial


Las Islas Afortunadas cuentan aun con una oportunidad de oro para salvar su porvenir. La combinación ganadora en esta rueda de la fortuna se llama: decisión política, madurez social y empuje empresarial.