El azul intenso del Pacífico se ha teñido de rojo esta semana en el estado mexicano de Oaxaca. El pasado lunes, un viajero argentino de 23 años ha fallecido después de haber sido atacado con un machete en una playa de Lagunas de Chacahua, donde pasaba el día con unos amigos. También el lunes, otro turista, en este caso, un canadiense de 27 años, ha fallecido tras recibir un disparo en la espalda en el destino turístico de Puerto Escondido.

En el caso del primero, Benjamín Gamond era originario de Córdoba y se encontraba viajando por México desde hace varios meses, según ha explicado su hermano. El pasado sábado se encontraba en la playa, cuando un hombre armado con un machete se abalanzó sobre él y le propició varios cortes profundos en la cabeza. Sufrió lesiones serias en el cráneo y en la cara y fue sometido a una intervención quirúrgica de seis horas en un pequeño hospital de Puerto Escondido, según informa El País. Después de 48 horas en estado muy grave, la familia ha confirmado su muerte.

Por otro lado, el canadiense Victor Masson ha fallecido tras recibir un tiro en la espalda en la ciudad turística de Puerto Escondido. El disparo alertó a los vecinos de la zona, quienes alertaron a las autoridades. La policía municipal y agentes de la Secretaría de la Marina se presentaron en el lugar de los hechos pocos minutos después, donde hallaron el cuerpo sin vida del joven de 27 años en el interior de un coche.

Los crímenes violentos se han ido apoderando de algunos de los destinos turísticos mexicanos en los últimos meses. Ejemplo de ello han sido las muertes violentas ocurridas en playas de puntos tan internacionalmente conocidos como Cancún, Riviera Maya o Puerto Vallarta. Aunque uno de los casos más evidentes de cómo la violencia puede hacer que un lugar pierda su hegemonía como destino turístico es el de Acapulco. No obstante, este tipo de crueldad aún no había llegado hasta ahora a las zonas turísticas de Oaxaca.