Casi desde el comienzo de la pandemia, está trascendiendo a la opinión pública del tira y afloja que se está produciendo en el seno del Gobierno de Reino Unido con respecto a los requisitos de viaje —pruebas y cuarentenas exigidas a los viajeros para poder entrar al país—.

En un lado se sitúa el secretario de Transportes, Grant Shapps, que se ha mostrado siempre más partidario de la relajación de las obligaciones; en el otro, Sajid Javid, secretario de Sanidad, quien aboga por un mayor control.
 


 

En esta pugna, el último en triunfar ha sido Shapps, ya que el pasado 7 de enero entró en vigor la relajación de los requisitos de entrada para viajeros completamente vacunados, que ya no tienen que realizarse una prueba previa a su regreso a Reino Unido. Además, el test obligatorio durante los dos primeros días tras llegar a territorio británico cambió de PCR a test de antígenos —más económico— el 9 de enero.

Estas modificaciones no han sido bien recibidas por Javid, según recoge The Times. El secretario de Sanidad se muestra convencido de que se aumenta el riesgo de que se produzca otro gran bloqueo nacional. Y es que, se muestra convencido de que están limitando la capacidad para detectar futuras variantes del virus de forma rápida, corriendo el riesgo de que una nueva cepa se propague rápidamente en el país sin previo aviso. Si eso termina sucediendo, tendría que “cerrar toda la economía”.