La llegada de las aerolíneas low cost a las rutas de larga distancia ha desencadenado una nueva tendencia en la industria: La comodidad se paga aparte. 

Los clientes de estas aerolíneas han asumido los costes extras de determinados servicios en un avión. Determinadas tarifas, sobre todo las más bajas, solo implican el derecho a volar con una maleta de mano. 

Si el viajero quiere más privilegios, como facturar una maleta, conectarse al wifi o reservar un asiento, los precios ascienden. Según un estudio del buscador de vuelos SkyScanner, en el que se analizó 20 compañías de largo radio, el precio inicial del billete puede llegar a encarecerse hasta un 21% cuando se le añaden los servicios. 

El profesor de Esade Josep-Francesc Valls señala que esta es una estrategia que lleva utilizándose más de 10 años. Otro estudio llevado a cabo por IdeaWorksCompany ha mostrado que las aerolíneas obtuvieron en 2016 59.800 millones de euros gracias a los gastos adicionales. 

Si en las compañías tradicionales facturar una maleta es un derecho, para hacerlo en un vuelo con Level con la tarifa más básica se debe pagar 40 euros por maleta. Con Norwegian el precio es de 20 euros, según el trayecto. Esta tendencia es aplicable a la comida en largas distancias, que tradicionalmente estaba incluida en el precio del billete. En Level el precio es de 35 euros, mientras que en Norwegian el desembolso es de 32,5. 

Valls explica que: "Quien quiera el precio más barato tendrá que hacer sacrificios básicos o pagar algunos servicios, haciendo que la reducción de precio respecto a las aerolíneas tradicionales no sea tan significativa". 
El profesor niega que la política vaya a llevarse a cabo en las aerolíneas tradicionales, pues estas seguirán enfocándose en la comodidad a precios más altos.