Últimamente se escucha con cierta frecuencia la palabra ‘influencer’ y no es más que una persona que cuenta con cierta credibilidad sobre un tema concreto, y que por su presencia e influencia en redes sociales, puede llegar a convertirse en un prescriptor interesante para una determinada marca.

Al parecer, algunos ‘influencers’ en el sector de la gastronomía están pidiendo dinero por hablar bien de los restaurantes que visitan, y esto ha despertado la indignación de sus dueños.

Varios gerentes de establecimientos gastronómicos han denunciado que estos ‘gurús’ del arte culinario no solo piden cenar gratis, sino que reclaman también un pago para hablar bien sobre la calidad de los restaurantes.

Entre 200 y 250 euros ha llegado a pedir un ‘influencer’ por una foto. Si el hostelero no paga lo que algunos llaman ‘impuesto revolucionario’, el ‘visitante incómodo’ puede ocultar información sobre el negocio, o desacreditar su trabajo en páginas de opiniones sobre destinos como TripAdvisor.

Aunque el gremio de la hostelería aplaude la difusión gastronómica 2.0, no puede ocultar su rechazo a estas   personas sin escrúpulos que dañan la imagen de un local con una reseña negativa sin motivos.

En este sentido, varios restaurantes en la ciudad de Sevilla y algunos cocineros se han unido para denunciar públicamente estos hechos. Sin embargo, muchos negocios aceptan las condiciones de este juego virtual y, dependiendo de la categoría de cada pequeño o gran establecimiento, la tajada que se lleva el ‘influencer’es  menor o mayor.

Aunque en cada una de las entradas de un blog se debería señalar que es ‘publicidad’ y que han recibido dinero por ello, en muchas ocasiones estas personas con influencia en las redes sociales, pasan por encima de la normativa y no advierten el interés económico detrás de su recomendación.

Recientemente el chef Jorge Lozano, responsabel del restaurante ‘Tapas 3.0’, en Salamanca, expresó su malestar en las redes sociales ante la oferta recibida: “Les importa una mierda lo que hagas, lo que cocines, cómo lo sirvas, qué cartas de bebidas tengas, les importa una mierda tu negocio. Lo importante son las palabras: ‘gratis’, ‘cool’, ‘chic’ y ‘seguidores’.

Y no, señores míos, mi equipo y yo nos dedicamos a cocinar, a servir mesas y, en resumen, al noble oficio de la Hostelería. En el cual, según mis 20 años de experiencia, implica pagar por los servicios prestados. Así de fácil”.