Que la Costa del Sol es uno de los destinos más demandados por el turismo, tanto nacional como internacional en España, es un hecho. Tan alto es el atractivo que representan su clima, calidad de vida, litoral y patrimonio, que buena parte de los turistas que han visitado algún lugar de la provincia de Málaga en los últimos años está optando por no acudir más para pasar sus vacaciones, sino directamente mudarse para residir de forma habitual.

“El turismo ha pasado de ser de sol y playa a residencial”, apunta el catedrático de Geografía Física de la Universidad de Málaga José Damián Ruiz Sinoga a El País, que destaca las “extraordinarias condicionales ambientales” de muchos rincones de este territorio, como Benahavís, Mijas o Frigiliana.

El 80% de los nuevos residentes son extranjeros


Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Málaga ha ganado un total de 56.242 habitantes, de los que 44.656 son foráneos y 11.586 nacionales. Esto se traduce en que el 80% de los nuevos residentes provienen de otros países, nada menos que 8 de cada 10. 

Esta situación se traduce en un gran aporte económico a los sectores productivos de la Costa del Sol, dado que la mayoría de nuevos habitantes llegan con mejores condiciones salariales que la población local. Sin embargo, esta prosperidad económica repercute de forma negativa en los vecinos de toda la vida y de condición más humilde, que en muchos casos se ven obligados a abandonar sus localidades de residencia habituales por el alza en el precio de los alquileres y la vivienda.