Toledo, en cuyo casco histórico convive la huella del cristianismo, islam y judaísmo, sufre en la actualidad, precisamente, un problema de fe. Y es que, la falta de vocación -en este caso cristiana- está ocasionando el cierre de conventos, en una urbe conventual por excelencia.

Según ha informado Sur, el último convento en cerrar ha sido el de las Madres Capuchinas, ubicado en el corazón del casco viejo. El edificio, que está a punto de cumplir los 350 años, alberga una importante colección de arte barroco, un rico archivo y cuadros de artistas de renombre como Tristán, El Greco y Ricci. También, piezas de cerámica talaverana, artes textiles suntuarias e, incluso, un mini museo de América, conformado por objetos que enviaban las monjas desde México.

Con la clausura del convento, el destino de este patrimonio artístico e histórico se torna incierto, lo que ha hecho saltar las alarmas de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. “Es necesario reunir a especialistas que den luz a materias tan específicas como el derecho canónico, la especulación en el mercado de este tipo de inmuebles o la compraventa de antigüedades religiosas”, manifestó al respecto la institución, que lucha desde hace un siglo por la conservación de la ciudad castellanomanchega.

Emilia Alba González, historiadora y miembro de la Real Academia, ha propuesto movilizar a la Orden Capuchina; al Arzobispado de Toledo; a la Diputación Provincial; a la Junta de Castilla-La Mancha; y al Ayuntamiento de Toledo “para que no quede en el olvido la situación de este convento que tanto representa en la historia”.

Ahora, solo queda esperar para conocer qué le deparará al edificio. Cabe destacar, que el convento de Santa Úrsula, que echó el cierre en 2015, estuvo a punto de convertirse en un hotel, aunque finalmente el proyecto no salió adelante.