Este diario se hacía eco el pasado viernes, 10 de mayo, de la reacción viral de un pastor de Picos de Europa (Asturias) ante el cierre de un gallinero, porque el canto de los gallos molestaba a los huéspedes de un hotel rural. Ahora se ha sabido que el juez ordenó la clausura del corral porque carecía de la licencia pertinente.

El conflicto comenzó cuando José María García, dueño del hotel rural Picos de Europa, interpuso una denuncia contra el gallinero propiedad de Fernando Villarroel. Según el hotelero, los gallos cantaban a todas horas perturbando el descanso de sus clientes, a quienes incluso tenía que repartir tapones por las noches para que pudieran dormir.

El juez falló a favor de García ordenando el cierre del gallinero. La decisión indignó a un pastor de la zona, Nel Cañedo, quien grabó su reacción a la noticia y posteriormente la compartió en las redes sociales, donde se hizo viral rápidamente. Cañedo denunció, entre otras cosas, que es normal que un pollo cante a las siete o seis de la mañana, cuando sale el sol y reivindicó: “Pa qué me cago en dios venís a un pueblo a hacer turismo rural, encima llamarlo rural”.

En este sentido, criticó que las horas en las que cantaban los gallos no eran intempestivas, pero que sí lo eran las tres de la madrugada, “cuando los inquilinos de las casas rurales están con la música en el jardincito chunda, chunda, chunda, chunda”. Por último, señaló al juez como principal responsable de esta situación porque “a nadie se le ocurre tramitar ese tipo de denuncias. No estás completo: te falta una patatina para el kilo… o dos”.

Sin embargo, según informa Heraldo, el juez ordenó “la clausura de la actividad de cría de gallos” porque el recinto carecía de la “preceptiva licencia de apertura o de actividad”, precisamente para la cría de estos animales. Por su parte, Fernando Villarroel ya ha anunciado que presentará un recurso, porque sus gallinas son para consumo personal.

Por otro lado, se realizó una medición acústica del gallinero, por parte de la Dirección General de Vivienda del Principado de Asturias, que determinó que los gallos cantan durante la noche, no solo al amanecer, y que sus cacareos superan el límite de decibelios permitido. En concreto, se registró el primer canto a las 2.23 horas, también que un gallo cacareó durante dos minutos con una presión sonora de hasta 72,4 decibelios y que los cánticos se sucedieron, a intervalos, hasta las 7.45 de la mañana.