La NASA acostumbra a estrellar diferentes aviones contra el suelo, como parte de sus estudios de supervivencia en accidentes aéreos. Su última “víctima” ha sido el Fokker F28-1000, el aparato más grande que ha hecho impactar hasta el momento.

Según ha informado Flynews, este tipo de pruebas se realiza en el recinto de la NASA ubicado en Langley (Virginia, Estados Unidos), en la denominada Instalación de Aterrizaje e Investigación de Impacto.

Para realizar el ensayo se instalaron diferentes dummies de prueba en el interior del avión, que representaban desde niños de tres años hasta adultos de 125 kilogramos de peso. También se dispusieron diferentes cámaras de alta definición, con las que se filmó a los dummies durante el impacto.

En cuanto al exterior, se aplicaron varios puntos negros sobre el fuselaje blanco, para permitir la captura del movimiento de deformación de cada parte del aeroplano. A posteriori, se digitalizará el movimiento de cada punto, con el fin de estudiar dicho movimiento. Finalmente, el avión se dejó caer desde unos 50 metros de altura

Esta prueba forma parte del estudio que está realizando la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA), con el objetivo de establecer nuevas regulaciones para los aviones de transporte comercial, en función de la capacidad de supervivencia en accidentes. Precisamente, los resultados de la investigación permitirá la búsqueda de soluciones para una mayor tasa de supervivencia en este tipo de siniestros. 

El protagonista del último choque, el Fokker F28-1000, perteneció a Canadian Regional Airlines antes de ser adquirido por la NASA. El aeroplano, con número de serie 11051, voló por primera vez el 25 de abril de 1972 y perteneció a las flotas de Germanair; Itavia; TAT; Delta Air Transport; y Air Libertee.