Suele decir el refranero popular que los niños llegan al mundo con un pan debajo del brazo. Hoy vienen con una tablet o un smartphone y saben usarlos. Si no, que le pregunten a Susan Wilson, una niña británica de 9 años que de puntillas, mientras su padre dormía, reservó un viaje a Disneyland con la tarjeta de crédito de su progenitor.

Nada más abrir los ojos a la mañana siguiente, Ian Wilson se percató de que en su cuenta corriente faltaban más de 1.000 euros. Un poco más tarde descubriría que su hija había reservado todo un fin de semana en París, visita VIP a la Torre Eiffel incluida. Vuelo y traslados también pagados.

Tal vez el buen señor se hubiese animado a hacer la maleta y coger el avión rumbo a Francia con su familia, pero un pequeño detalle se lo habría impedido: los billetes habían caducado. Este habitante de Immingham, una pequeña localidad costera en el este de Inglaterra, declaró a ‘The Sun’ que no cree que la niña se diera cuenta de “la magnitud de lo que había hecho”. Ella reafirmó su inocencia al asegurar que “no tenia idea de cómo lo había hecho”.

Sin saber dónde estaba París ni qué era la Torre Eiffel, Susan se agenció la contraseña del móvil y se fue de compras ‘online’. Ian llamó a su banco, a PayPal y a las compañías involucradas para contarles la rocambolesca historia. Por supuesto, ante el reclamo de devolución del importe, recibió un ‘no’ por respuesta.

El periódico ‘The Sun’ llegó como un superhéroe al rescate. Llamó a PayPal y en un “gesto de buena voluntad” le devolvieron el dinero al padre “estafado”. Lo dicho: los niños vienen con la tecnología debajo del brazo y saben usarla. Así que sólo queda mantener a buen recaudo los dispositivos y las cuentas. Es la única manera de evitar un disgusto como el que le quitó el sueño a Ian Wilson.