No caben dudas que la actividad turística es una de las principales afectadas por la crisis desatada por la pandemia del COVID-19. El escenario abierto en el sector plantea desafíos nunca antes imaginados, en el cual prácticamente no existen antecedentes que permitan esbozar un camino de certezas. La prioridad en lo inmediato es llevar adelante las acciones que permitan superar la crisis sanitaria. No obstante, mientras esto ocurre, sería importante que toda la comunidad turística reflexione sobre su funcionamiento para que el día después comience a tornarse más saludable para el planeta, los trabajadores y los empresarios.

Lo primero que surge en esta reflexión es el valor del Estado. Esta organización tan vapuleada en los últimos años, no sólo a nivel nacional, sino también en muchos otros países, será la responsable de salvaguardar personas y empresas de la pandemia. Claro que, en el caso de la Argentina, las capacidades estatales mermaron considerablemente en los últimos años. Ejemplo de esto es que el presupuesto del Instituto Malbrán, encargado de analizar las muestras de los argentinos con síntomas, sufrió un recorte del 50% entre 2015 y 2019. En este sentido, meses atrás comentamos la situación de la cartera de turismo nacional, la cual sufrió un recorte presupuestario del 80% en el mismo período.

Es claro que con tal reducción, la capacidad de acción y reacción de la entidad al día de hoy será considerablemente inferior a lo que podría hacer con la estructura de hace cuatro años atrás funcionando en su plenitud. Peor aún sería la situación si los reclamos de una parte de la sociedad por cerrar o privatizar Aerolíneas Argentinas hubiesen tenido éxito, dado que una de las principales herramientas con la que cuenta el Estado argentino para solucionar la situación de turistas varados en el exterior es justamente la aerolínea de bandera. Lo curioso es que, muchos de los que avalaron esos recortes, hoy le exijan al Estado “estar a la altura de las circunstancias”. Pareciera existir una doble vara que demanda libertad en la bonanza y protección en la adversidad. Sin embargo, el momento nos exige reflexionar y no acusar.

De esta manera, la primer enseñanza que nos deja la pandemia es: necesitamos un Estado con capacidades fuertes. Para eso, no es sólo éste quien debe estar a la altura de las circunstancias, sino todos los actores del sector, desde el más pequeño hasta el más grande.

En segundo lugar, el Coronavirus nos da un cachetazo aleccionador que reza “nos salvamos todos o no se salva nadie”. Con el eslogan “el virus lo frenamos entre todos” dirigentes oficialistas y opositores, medios de comunicación, influencers, empresas y organizaciones de la sociedad civil han dejado de lado sus posturas para sumarse a la hazaña.

Muy pocos escritores de ciencia ficción imaginaron una situación similar. Tal vez Héctor Germán Oesterheld sea uno de los que más se aproximó con su obra “El Eternauta”, en el que una tormenta de nieve tóxica está acabando con la humanidad y sólo la organización solidaria de los hombres es la esperanza para la salvación. El mismo autor declaró “(e)l héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. (…) el único héroe válido es el héroe ‘en grupo’, nunca el héroe individual”.

Fuente: Biblioteca Popular Héctor Germán Oesterheld

La lección no sólo debería aplicar para este contexto de emergencia, sino también para la vida en sociedad. Porque antes de la aparición del Coronavirus muchos de nosotros estábamos infectados por otro virus, el del individualismo.

En la emergencia, las empresas le piden soluciones al Estado, también comprensión a sus empleados y clientes, lo mismo inquilinos a los propietarios de las viviendas donde viven o de los locales que alquilan, también los abonados de servicios a las empresas que los proveen. Todo esto tiene sentido. Es natural que en este contexto las empresas de turismo les pidan a sus empleados que acepten recortes de salario, suspensiones y/o desvinculaciones con promesa de reincorporación una vez pasada la catástrofe.
Pero solamente es válido si las cosas cambian. Porque nos volvemos a encontrar con la doble vara en la que empresas regalan vouchers de cenas cuando tienen grandes ganancias (en lugar de compartirlas) y demandan comprensión cuando las papas queman.

Es que para el empleado del sector turístico las cosas están mal hace mucho tiempo. Inclusive en los años de mayor crecimiento del sector, los niveles de informalidad y precarización de la relación laboral se han mantenido elevados. Guías de turismo nacionales que deben viajar “gratis” y generarse su sueldo a través de la venta de excursiones, estudiantes o jóvenes profesionales que deben trabajar sin remuneración o como “pasantes” con salarios de miseria para poder hacer su currículum, empleados de agencias de viajes con convenios colectivos paupérrimos que ganan lo mismo que un vendedor de local de ropa. Se torna difícil para los trabajadores del sector querer ser solidarios cuando revistamos los antecedentes. La pandemia nos tiene que hacer reflexionar a todos, esto tiene que cambiar.

Hace poco tiempo, en un viaje a Cuba, entendí el significado de eso que nos falta, la solidaridad. Personas de a pie de distintos lugares de la isla, tanto aquellos a favor como en contra del gobierno comunista, repetían en palabras y acciones: “Solidaridad no es dar lo que a uno le sobra, sino lo que uno tiene”.

El país caribeño podrá tener muchos defectos, pero son innegables los ejemplos de humanidad que ha dado. Sin ir más lejos, en estos días ha sido el único Estado del Caribe en aceptar la evacuación de un crucero de bandera británica y ofrecer tratamiento a sus pasajeros con síntomas.

Miembros de la tripulación del crucero Braemar sostienen un cartel con un mensaje que dice en español: “Te quiero Cuba”, mientras atracaban en el puerto de Mariel el miércoles 18 de marzo de 2020. RAMON ESPINOSA FOTO: AP

Una vez que la pandemia sea superada, tal como ha sucedido en otras crisis, el turismo seguramente sea uno de los sectores que más rápido se recupere y traccione parte de la economía. La mayor información sobre la situación de nuestro país servirá de ventaja competitiva para los destinos nacionales atrayendo la mayor porción de turistas. Luego seguirán destinos internacionales que superen tempranamente la crisis sanitaria. Por este mismo motivo también es tan importante seguir las instrucciones de las autoridades nacionales y de cada distrito para lograr ser uno de esos países que en el menor tiempo posible se declare libre del virus (o bajo control). De esta forma podrían comenzar a reactivarse los viajes hacia y desde las jurisdicciones que se encuentren en la misma situación.

El mar de incertidumbre en el cual nos encontramos navegando nos ofrece una sola certeza, la salvación es con todos, el héroe es colectivo, está en nuestras manos aprovechar esa pista para superar el peligro y reinventar la sociedad individualista en la que vivimos.