En mis comentarios no suelo identificar zonas o empresas. Sin embargo, en esta ocasión, veo necesario hacerlo.

Justo ahora mismo me encuentro en el Aeropuerto de La Palma, tras un fin de semana estirado para venir a visitar el volcán. La isla da para muchísimo, aún en estas circunstancias. En mi caso, la he visitado en varias ocasiones y, en esta ocasión, como iba a ser rápida, solamente he visitado el volcán desde diferentes puntos y a diferentes horas, además de disfrutar de varios restaurantes y bares locales durante este par de días.

He aprovechado cada oportunidad para charlar con los amables palmeros y conocer de primera mano su opinión con respecto a la situación actual, en relación con los curiosos y turistas, como he sido yo mismo. He leído variedad de artículos y opiniones al respecto y la gran mayoría dan una imagen contraria al turismo, ya sea desde un punto de vista de seguridad o desde un punto de vista de empatía y solidaridad hacia el afectado por el volcán, imaginando erróneamente, que les faltamos al respeto o usamos alojamientos que ellos pueden necesitar.
 

 

Un chico ayer me preguntó: ¿Se ha sentido usted seguro? Sí, totalmente y en todo momento, contesté. Pues, por favor, dígaselo a sus amigos, me solicitaba.

Las medidas de seguridad son excepcionales, está todo bien indicado y acotado. Hay una inmensidad de fuerzas de seguridad a modo preventivo. Afortunadamente, son pocos los cafres, contados con los dedos de la mano, los que se saltan las medidas de seguridad y, a su vez, son irrespetuosos. La Palma sigue abierta y se puede disfrutar de ese espectáculo y de la gran mayoría de la isla.

Por supuesto que ha habido muchas personas perjudicadas y lo lamentamos todos, pero hemos de volver a poner en marcha el motor del turismo para poder seguir adelante. El miedo que ha generado esta situación ha provocado una avalancha de cancelaciones de turistas, lo que a su vez ha perjudicado a los establecimientos alojativos, restaurantes, taxis, guaguas, etc., que han reducido fuertemente su volumen de trabajo, llevando personal de vuelta al desempleo o ERTE. Si se reducen los ingresos de las familias que dependen del turismo, estos reducen su gasto y perjudican a los demás sectores.
 

Coche recubierto de ceniza volcánica | Foto: José Ángel Vázquez

Coche recubierto de ceniza volcánica

El agravante que están sufriendo, incluso las zonas alejadas del volcán, es la incomodidad de la “lluvia de ceniza". Es como lluvia muy fina, ni lo notas, pero los coches, calles y terrazas amanecen cubiertas de negro. Se afanan en limpiar, especialmente las carreteras, para mantener la seguridad. Para las personas que viven aquí cierto que es un fastidio, pero ni mucho menos un hastío, ya que las ves totalmente motivadas manteniendo la limpieza y seguridad. Y para nosotros, turistas, hemos de verlo como algo curioso: con la mascarilla a la que ya estamos habituados y, quizá, si tienes mucha sensibilidad en los ojos, con unas gafas de protección estarás perfectamente equipado.

Todos los palmeros y palmeras con los que he hablado desean recuperar la normalidad, sus trabajos, sus vidas, y, nosotros, como turismo responsable y educado, podemos contribuir en gran medida. Como anotaba al principio, ahora mismo estoy en el Aeropuerto de La Palma, en salidas, en escapada rápida con mi esposa, y puedo confirmarles que volveré a muy corto plazo, pre-Navidad o año nuevo, 4 ó 5 días, coincidiendo con las vacaciones de la universidad de mis hijos. La Palma merece la pena visitarla.

 

*José Ángel Vázquez Romero, director del Hotel H10 Timanfaya Palace, director del área de Alojamientos Turísticos del Colegio Profesional de Turismo y docente en el MBA Turismo del Instituto Canario de Turismo