En el continente africano viven 1.000 millones de personas, pero tal cantidad de población sólo genera un 3% los ingresos de la industria de la aviación global. Es un dato asombroso a la vez que entristecedor.

Pero África es para mí sinónimo de desarrollo y de esfuerzo, y los pronósticos indican que el tráfico aéreo del continente se duplicará durante los próximos 15 años.

África es también para mí sinónimo de paradoja. Sólo en este continente puede darse el caso de existir países con tasas de crecimiento de auténtico vértigo como Nigeria sin una aerolínea doméstica que los respalde. En el caso de esta nación tienen que ser los etíopes, los bravos pilotos de la nación del León, los que se hagan cargo del transporte aéreo, a través de Ethiopian Airlines y seguramente Arik Air, antes de que finalice el año.

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Siempre se pueden dar buenas noticias, existen señales de que vamos por el buen camino:

  • Ghana, por expreso deseo de su presidente, organiza el primer African Air Show, del 24 al 26 de octubre.
  • Los países de la región comienzan a invertir grandes sumas de dinero en la mejora de sus instalaciones, Etiopía a la cabeza con 4 mil millones de dólares; seguida de Ruanda, con 800 millones de dólares; y de Kenia y Uganda, con 600 millones de dólares cada uno.

Pero toda esta inversión en infraestructura, aviones, organización de exposiciones, esfuerzos en materia de seguridad, etc. no llevará a ningún resultado si no se cumplen los compromisos firmados por todos en Yamusukro (Costa de Marfil), un acuerdo histórico que, como de todo lo que suele ocurrir en África, se habla poco y se conoce menos.

En dicha declaración se firmó nada más y nada menos que el compromiso de integración del cielo africano. Pero, como aquella expresión que dice que ‘del dicho al hecho hay un trecho’, a día de hoy los buenos deseos siguen sin cumplirse.

Si las 54 naciones continúan recelosas unas de otras, con actitud proteccionista y sin liberar sus cielos, no habrá milagro.

Sería maravilloso leer en Tourinews que los billetes de avión del mercado africano bajan de precio un 35%, que más de 5 millones de personas puedan volar por primera vez y que hay oportunidades laborales para 150.000 personas.

Ojalá la declaración de Yamusukro no sea papel mojado y podamos alegrarnos por aquellos que por fin puedan disfrutar del placer de volar, algo tan cotidiano y carente de valor para algunos hoy en día.