Tripulantes de cabina de pasajeros (TCP) haciendo bailecitos en los aviones, haciendo piruetas circenses subiéndose por los asientos del avión cerrando racks con los pies y, lo que es peor, seguimos viendo TCP haciendo estupideces en las demostraciones de seguridad delante de todo el pasaje ante las carcajadas de este, móvil en ristre para grabarlo.
Pasajeros que luego nos sorprendemos de por qué evacúan sin abandonar su equipaje de mano, haciendo caso omiso a cualquiera de las instrucciones de la tripulación.
“Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”, dijo Churchill en referencia a los pilotos que defendieron Gran Bretaña.
“Nunca tan pocos han denigrado a tantos”, digo yo en referencia a todas esas “estrellas” fugaces de las redes sociales.
“Es para que los pasajeros atiendan a las demos” suele ser la pueril excusa para justificar el espectáculo. Que digo yo que tampoco ese TCP va a llevar el tenedor a la boca del pasajero imitando el ruido de un avión para que coma, ni el vaso a sus labios para que beba.
Basta de denigrar a todo un colectivo por unos cuantos likes en las redes.
La infantilización de la sociedad ya roza lo absurdo.
*Iván Torregrosa Pihlman es profesional de la aviación




