La pandemia está dejando escenas inéditas en puertos, aeropuertos y, en general, en la industria de los viajes. Como el pasado 21 de diciembre, cuando el vuelo DL287 de Delta Air Lines dio la vuelta para regresar al aeropuerto de origen, Seattle (Washington, Estados Unidos). El avión realizaba la ruta Seattle – Shanghái (China) —con una escala en Seúl (Corea del Sur)— y ya había pasado Canadá y Alaska, llegando al estrecho de Bering.
 


Según explicó la tripulación a los pasajeros, el motivo por el cual el avión regresó Seattle era que China acababa de cambiar los requisitos de entrada al país, incluido el protocolo de desinfección de la aeronave. “Los nuevos procedimientos de limpieza requieren un tiempo en tierra significativamente mayor y no son operativamente viables para Delta”, explicaron desde la compañía.

La decisión de la aerolínea provocó que numerosos pasajeros se quedaran con las pruebas Covid necesarias para acceder a China caducadas o, en el caso de los ciudadanos chinos, con visados inválidos.

Todo ello ha provocado las protestas de los pasajeros ante la compañía y las autoridades. Hasta la embajada de China en Estados Unidos ha protestado ante la aerolínea en lo que muchos califican como un hecho insólito, ya que los consulados no suelen presentar sus quejas ante empresas privadas.



 

“La embajada y el consulado de China en Estados Unidos se están comunicando con las aerolíneas pertinentes para entender activamente los problemas técnicos específicos y discutir soluciones para evitar que incidentes similares se repitan”, reza el comunicado enviado por la embajada de China. Las autoridades chinas consideran que las razones que atribuye Delta “no se sostienen”.