Bloomberg  publicó el pasado 9 de junio un artículo de opinión firmado por Leonid Bershidsky en el que se analiza la masificación del turismo en Europa. En él se analiza cómo están lidiando con el sobreturismo lugares tan concurridos como Dubrovnik (Croacia), Venecia (Italia), Praga (República Checa), el museo de Louvre de París (Francia) o Barcelona.

También apunta que las tarifas aéreas ‘low cost’ son el principal causante de la masificación y que las normativas locales deberían atajar sus problemas por esa vía. Una posible solución bastante impopular que aporta el articulista es incrementar el precio de los billetes de avión desde y hacia estos destinos sobrevisitados, admite sin embargo que esto sería negativo para los residentes, pero lo cree necesario.

Uno de los lectores que no se ha mostrado de acuerdo con el análisis publicado por el medio estadounidense ha sido el Presidente de los EE.UU., Donald Trump, que a través de la plataforma Twitter ha realizado su propio y escueto análisis: “Esto ocurre porque el euro y otras monedas están devaluadas frente al dólar poniendo a Estados Unidos en una gran desventaja”. Por ello, pide a la Reserva Federal de su país que reduzca los tipos de interés. “No tienen ni idea”, concluye el dirigente de forma poco diplomática refiriéndose al banco central de los Estados Unidos.

 

El tuit tiene más intención de afectar a su propia política monetaria que de referirse al turismo masivo. Y es que su objetivo principal no es otro que atacar a la Reserva Federal para que reduzca los tipos y reactive el mecanismo de compra de deuda, pero también pretende lanzar un ataque contra Europa a la que ha acusado en numerosas ocasiones de devaluar su moneda, algo que también ha hecho con China. 

Pero, ¿qué relación tiene esta guerra monetaria entre las potencias mundiales con el turismo? El tipo de cambio de divisas es uno de los aspectos que influye en los viajeros a la hora de elegir su destino, puesto que los turistas se pueden sentir incentivados a elegir aquellos lugares donde su moneda puede aportarles mayor valor. Un ejemplo claro es el de los británicos que aprovechan la fortaleza de la libra con respecto a monedas como la lira turca o la libra egipcia.

No obstante, es momento de analizar si la afirmación que realiza Trump es verdad, debemos entender que si es cierta su hipótesis, las ciudades europeas estarían masificadas por turistas procedentes de países que no pertenecen a la zona euro. Veamos si esto se cumple en el ejemplo del gran icono español: Barcelona.

Según el estudio de ocupación hotelera del Instituto Nacional de Estadística, 8.045.642 pernoctaron en Barcelona en 2018. La distribución por países fue la siguiente:

Turistas que pernoctaron en hotel en Barcelona en 2018, según país de origen

Turistas que pernoctaron en hoteles de Barcelona en 2018, según país de origen

De las cifras se deduce que el 46,7% procedían de países de la zona euro (un 60,7% eran de la UE y un 67,4% eran del continente europeo) sumando a los turistas nacionales. Por el contrario, solo un 18,1% procedían de América, un 1,9% de Japón y un 1,8% de China, casos en los que el cambio de divisas sí que podría haber influenciado más su decisión de viaje.

Estas estadísticas invalidan la premisa del presidente estadounidense en cierta medida, ya que la masificación turística no llega de la mano de turistas extracomunitarios, sino de los propios europeos que han incrementado sus viajes gracias a la zona Schengen, a las facilidades de la moneda única, al crecimiento de aerolíneas ‘low cost’ como Ryanair o a la proliferación de plataformas como Airbnb.

Pero en lo que sí que hay que otorgarle la razón al dirigente americano es en que el valor actual del euro es inferior al que debería ser. Actualmente se cambian 0,88 euros por cada dólar, mientras que la OCDE señala que el cambio según la paridad del poder adquisitivo debería ser 0,723 euros por dólar. De esta forma las exportaciones, en este caso los bienes producidos en la Eurozona (en este caso los servicios turísticos como las pernoctaciones en hotel, las comidas en restaurantes, etc.) son más baratos que en EE.UU. por lo que el turista obtiene más por el mismo dinero.

Por todo ello, se puede afirmar que lo dicho por Trump en Twitter es una verdad a medias que obvia la complejidad del fenómeno de la masificación turística provocado por el turismo de bajo coste, la celebridad de los monumentos del lugar que se visita, la gastronomía, la duración de los vuelos, el boom del alquiler vacacional, etc.