Francia sigue firme en su compromiso frente a la crisis climática y para ello ha reactivado un tipo de transporte que parecía olvidado como son los trenes nocturnos. Una alternativa real a los muy contaminantes desplazamientos aéreos, que está recobrando fuerza en Francia, sobre todo tras la prohibición de vuelos internos para trayectos de menos de dos horas y media.

Según la Agencia de Medioambiente francesa, un viaje en avión emite hasta 45 veces más partículas de CO2 que un desplazamiento ferroviario y esto es precisamente lo que defienden asociaciones como Oui au train de nuit —"Sí al tren de noche" en francés—. Creada en 2016, justo cuando parecía que este modelo ferroviario desaparecería, consiguió reunir 200.000 firmas en una petición en defensa del tren nocturno.



 

Así pues, el Ejecutivo francés, que reconoció en palabras de su primer minsitro, Jean Castex, que estos trenes "se habían sacrificado demasiado deprisa", se ha puesto manos a la obra y ha invertido 100 millones de euros de su plan de reconstrucción económica para rescatarlos, renovarlos y promoverlos, señalan desde El Periódico. Tras años de abandono, el estado francés retomó la pasada primavera la conexión nocturna París-Niza y espera ampliar las tres líneas actuales a diez antes de 2030. 

El interés recobrado por este tipo de transporte, que pasó de 67 líneas en el 2000 a solo dos en 2016, también se debe al flygskam —literalmente "vergüenza a viajar en avión"—, movimiento sueco popularizado hace dos años por la famosa activista juvenil Greta Thunberg. Este movimiento forma parte de una tendencia europea de la que participan Austria, Suecia, Italia y Alemania, y en la que destaca la ausencia de España, que suprimió sus últimas conexiones nocturnas, como la de Madrid-Lisboa, el pasado año.